El amor por sobre el odio

Es muy difícil conectar juntos los dos mundos. ¿Cómo podemos establecer tal conexión entre nosotros en este mundo que nos ayude a reformar nuestra alma?

Hoy día, a través de nuestra unificación, ponemos en práctica la Cabalá. En general, la Cabalá es conocida por invocar espíritus, amuletos, o manipular fuerzas ocultas. Pero en realidad, la Cabalá práctica es nuestro intento colectivo para incrementar el valor de la unidad entre las personas para lograr la revelación del Creador, la fuerza de otorgamiento entre nosotros.

Somos todos egoístas, y ninguno de nosotros tiene el poder del otorgamiento; aun así, deseamos que descienda sobre nosotros y llene el espacio entre nosotros, que en el presente está lleno de resentimiento y odio. Nacimos así; no tuvimos oportunidad de elegir nuestra naturaleza. Está escrito en la Torá: «La inclinación del corazón humano es el mal desde la niñez».

Entonces, cuando comenzamos a unirnos en el grado más pequeño, no por alguna otra razón sino encontrar al Creador, la fuerza universal de unidad, entonces estamos implementando la sabiduría de la Cabalá. Esta acción es benéfica para la transformación de las almas.

Uno puede aprender todos los textos de memoria y ser exitoso en todo, pero no ayudará. Hasta que una persona comience a realizar acciones serias al vincularse con otros a pesar del rechazo y resentimiento, no entenderá cómo es la inclinación al mal de su corazón.

El Libro del Zohar describe a los amigos de Rabí Shímon, que representaban las diez Sefirót iniciales del sistema superior en la cabeza de Árij Ánpin, en los exaltados grados de las mismas bases del mundo. En sus propias palabras, antes de asumir el estudio, antes de comenzar a revelar la Luz, ellos se odian, se guardan resentimiento, y no pueden verse entre sí. Están horrorizados por ello. Y aun así, se sientan alrededor del libro porque saben que este poder de odio ha venido a ellos desde Arriba.

Se les ha dado El Libro del Zohar para ser empleado como medio de unificación por encima de su odio y rechazo, como está escrito: «El amor cubre todos los pecados». No se supone que el amor anule las transgresiones, sino que se eleve por encima de ello, es decir, ser tan poderoso como para prevalecer sobre el odio.

Tenemos un enorme deseo por placer en nosotros, que es completamente egoísta e hirviente, y así permanece. Y por encima de ello, cubrimos todo el odio con amor.

(31359 – De la Lección 1 de la Convención en el desierto de la Aravá 12/30/10)

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