El maestro espiritual y su alumno

Pregunta:

 ¿Cuánto esfuerzo hizo usted para sentir lo que decía su maestro? 

Respuesta:

 Mucho.

Pregunta:

¿Siempre estuvo de acuerdo con él? 

Respuesta:

Claro que no. 

Pregunta:

¿Peleó?

Respuesta:

No contra él, aunque en ocasiones tuve el deseo de marcar un ultimátum: “¡No, así no!”, etc. Es la reacción natural de nuestro egoísmo.

Pero la verdad es que siempre entendí que no había otra forma y traté de hacerlo. ¡No existe otra forma! Constantemente investigué la metodología y me pareció muy lógica y perfecta. 

Me mantuve tratando de encontrar algo en ella para aferrarme, donde seguían existiendo ciertas inconsistencias y contradicciones. Sabes, es como en alguna teoría física. Al final, por el contrario, solo se revelaba su perfección.

Por eso intenté comprender todo hasta el final, con todas mis fuerzas. Pero para comprender, se necesita compromiso en la implementación del método. Es lo primero. 

Lo segundo, es la difusión. Después de todo, la realización no solo consta de recibir del superior, que es el maestro. Él es el superior, está ante tí, frente a tí y por medio de él recibirás las sensaciones espirituales. Esto te vincula con él para siempre. Así es la jerarquía de las almas; y lo más importante, estás buscando: “¿Quién recibirá de mí? ¿A quién le transfiero todo esto?” 

Cuando trabajas con la fuente y te vuelves un transmisor para los demás, entonces empiezas a contactar adecuadamente, tanto con el superior, como con el inferior. Esto gradualmente te corrige más y más como elemento del mundo espiritual, del sistema espiritual. 

Intenté trabajar intensamente en estas dos direcciones: recibir del maestro y prepararme para llevarlo a los demás. Creo que fueron estos dos movimientos – yo hacia él y de mí hacia los demás – lo que me trajo hasta aquí.

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