El mal es nuestra incapacidad de sentir amor

El Creador inicialmente crea un ser perfecto. Sin embargo, para que este se dé cuenta y sienta donde está, primero necesita vivir, atravesando varias sensaciones e impresiones  para aprender, sentir, y examinar el estado creado por el Creador y ver que es perfecto para él.

Por lo tanto, el estado en sí no cambia. El Creador es bondadoso y hace solo el bien, pero en esta condición perfecta, nosotros atravesamos múltiples pruebas y tareas que nos ayudan a entender y sentir de una manera correcta la profundidad de todo lo bueno que el Creador ha preparado para nosotros.

Esto define el proceso entero por el cual atravesamos, todas nuestras experiencias en los estados intermedios de este camino hacia la conciencia. No es nuestro estado en sí el que cambia, sino nuestra percepción, la revelación de esta perfección. Comenzamos a entender aun mas dónde estamos y que nos sucede, hasta que aprendemos cual es nuestro autentico estado.

Cuando nuestro estado real se nos revela, se le considera el nacimiento espiritual. Más tarde, nosotros atravesamos por 125 escalones para hacernos conscientes de ello. Cuando las impresiones de este camino se acumulan y se unen en nosotros mental y emocionalmente, nosotros finalmente nos daremos cuenta en el estado en que nos encontramos desde el principio, con una sola diferencia: Nos hemos transformado, así como nuestra percepción, siendo capaces de sentir esta perfección.

En este camino, nosotros atravesamos dos estados. Ante todo, nos damos cuenta de que somos incapaces de experimentar este estado benevolente, y es por eso que lo llamamos el mal. En realidad, no hay mal alguno, no hay egoísmo, y no hay nada que pueda estar en contra del Creador. El único problema es mi incapacidad de reconocer y sentir al Creador, a la Luz, entonces yo lo llamo el mal.

Mi egoísmo involucra las mismas propiedades en mis sentimientos y en mi mente, las que no me permiten percibir la bondad presente en mi estado. Yo constantemente quiero adherirme con el Creador, pero no puedo debido a mis deseos y pensamientos sin desarrollar que son precisamente lo que yo llamo el mal, el ego.

Este primer estado, en el cual yo conozco mi mal y crezco por encima de él, es considerado como una transformación “de otorgar para otorgar”, el grado de Bína. Es mi maldad la que me ayuda en mi ascenso.

Cuando yo finalmente me elevo por encima de ello, comienzo a transformar el mal en bien, lo cual significa, “recibir para otorgar”, y en este punto empleo mi ego en su forma inversa,  en relación con el que previamente se había desenvuelto en mí. Eso significa que yo crecí por encima del “ángel de la muerte” liberándome de él, y ahora estoy aprendiendo el amor absoluto, el grado de Kéter (La Corona).

Por lo tanto, los estados de mi desarrollo son los niveles de revelación. Primero, yo revelo mi maldad, o la propiedad que no me permite sentir el amor, y después la uso correctamente. Es por eso que estoy siempre agradecido por el hecho de que no es maldad, sino pura revelación de la carencia de sentimientos y comprensión en mi mente y en mi corazón, lo cual no me permite alcanzar la bondad en su perfección.

El mal solo me ayuda a ver en donde carezco de receptividad, de unión y de similitud con la Luz. Por lo tanto, yo siempre veo el desarrollo del mal como el descubrimiento de una enfermedad, un síntoma, el cual me enseña en donde necesito ser reformado para ascender todos los 125 escalones y alcanzar el estado de perfección.

(37927 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 3/13/2011, sobre el mal)

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