El segundo exilio de la espiritualidad

La construcción del Templo significa que el pueblo de Israel creó un estado entre ellos en el que se les reveló el Creador, la fuerza de otorgamiento y amor. La gente existía en la forma de esta fuerza y sus deseos no eran de este mundo, eran espirituales.


Se desarrolló un nuevo grado egoísta, más interno, ajeno a ellos, el llamado Lev HaEven (el corazón de piedra), que no podía corregirse por el momento; se aplicaba a todo el mundo. Comenzaron a desmoronarse; no podían permanecer en el nivel de las relaciones de otorgamiento mutuo y amor.


Cayeron de este nivel de comunicación y conexión, del nivel de semejanza con el Creador y de tal altura e ideal a un estado de relativa desunión entre sí, lo que se llama el segundo exilio; el exilio babilónico. Se describe en los Profetas, en el Rollo de Ester (Meguilat Ester) y en otros libros.


El pueblo de Israel vivió en este estado durante 70 años. Los números “4” o “400” y “7” o “70” son unidades convencionales de ascensos o descensos, como el tiempo o la distancia. Todo opera claramente según la fórmula original: la creación del deseo (egoísmo) por la cualidad de otorgamiento y amor, llamada luz, según las cuatro fases de la luz directa. Esta fórmula viene de aquí y su obra se extiende a todo.


Cuando los judíos cayeron del nivel del Primer Templo, estaban en peligro de olvidar por completo dónde estaban y qué les estaba pasando, significaba que podían llegar a ser como otras naciones.


En este momento se produjo nuevamente la combustión espontánea cuando apareció la tormentosa figura egoísta de Amán, quien, como un faraón, despertó en ellos la conciencia de su condición. Hicieron un gran trabajo juntos para elevarse por encima del nivel de Hamán, para matar este egoísmo en ellos mismos y así ascender al siguiente nivel, llamado el Segundo Templo.


Ya no había tal otorgamiento y amor como en el Primer Templo. Si anteriormente prevalecía el nivel de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, bajo el Segundo Templo, el nivel de conexión entre las personas estaba en el nivel de “No hagas al otro lo que es odioso para ti”. Es esta conexión la que se llama el Templo; no son los restos de las ruinas de Jerusalén.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *