Hoy hemos dejado Egipto

Se nos dice que todos los días la persona debe verse a sí misma como si hubiera salido de Egipto, lo cual significa que debe buscar dentro de sí la inclinación al mal para sentir la necesidad de la Torá, de la Luz que Reforma. Si la persona llega a este estado, a partir de ese momento empieza a vivir, a ir por el camino correcto.

Si ella no siente la necesidad de corregirse a sí misma, si no siente el deseo roto dentro de ella (el ego, el Faraón, las vasijas que fueron tomadas en Egipto, desde el estado en el que descubrió su inclinación al mal con respecto a la conexión con los demás), entonces no tiene nada con que llegar al Monte Sinaí. Esto se debe a que tú vas allí sólo para conectarte.

Si estamos preparados para eso, recibimos la Torá, la Luz que Reforma, que realiza nuestra conexión. Con referencia a eso, se nos dice: «Todos ustedes están aquí hoy….» Pero si esta no existe, no hay ningún punto desde el cual todo pueda comenzar.

Así que primero está el trabajo más simple que podemos hacer en nuestra posición. Este es el mundo físico que nos permite empezar a trabajar porque podemos hacer cosas en él, incluso sin la correcta intención. Por esta razón yo me conecto con los demás, aunque no tengo ningún deseo de hacerlo, o intento adquirir diferentes metas egoístas, con la esperanza de obtener algo de ellas.

Esta es la razón por la que fuimos traídos a este mundo corporal, y del  comenzamos a ascender. Tratamos de reproducir el estado espiritual de manera cada vez más natural y por lo tanto atraemos la Luz que nos Reforma sobre nosotros mismos. El mundo espiritual está oculto, y si lo anhelamos, esto es suficiente para que podamos atraer la Luz de allí.

(58796 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 10/26/2011, Escritos de Rabash)

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