La insoportable igualdad

Debemos equilibrar las dos fuerzas: la fuerza de la razón y la inclinación malvada. Nuestros deseos están divididos en muchos estratos. En la base están los deseos en el nivel del «inanimado», (la materia de la que está hecho nuestro cuerpo), el nivel del «vegetativo», (cabello, uñas, y huesos) y el nivel del «animado», (todos los otros componentes psicológicos). En adición, también tengo un cerebro que está por encima del nivel «animado» y de la inclinación al mal que es mi ego. Esas son las partes de las que está hecho el hombre.

No hay nada qué corregir en los niveles del inanimado, vegetativo, y animado. El único problema es que destruimos nuestras relaciones con otras personas, debido a la inclinación malvada, al ego. En general, todos están de acuerdo con eso. En los peores casos la persona no reconoce su inclinación al mal sino que culpa a los otros, a la humanidad.

En cualquier caso, la persona tiene opciones ilimitadas y puede arreglárselas muy bien sobre este planeta. ¿Entonces por qué no lo hace? ¿Qué se lo impide? Su naturaleza egoísta se lo impide. La persona quiere usar todos esos poderes y recursos para elevarse por encima de otros. Eventualmente todos toman parte en esta competencia, tratando de elevarse a sí mismos, de destruir a otros o ambas cosas al mismo tiempo. La inclinación malvada realmente nos impide construir una buena vida.

¿Puedo yo imaginar que vivo bajo el control de la buena inclinación? Después de todo, esto significa que todos tendrían la misma forma ¿Es posible que yo sea como todos los demás? ¿Qué disfrutaría entonces? Cuando todos son iguales, no hay grande o pequeño, y esto niega la esencia de mi existencia.

Hoy nuestras vidas son activas; constantemente nos esforzamos por algo. Yo calculo y compruebo constantemente de qué manera soy mejor que otros, y esto le da sabor a mi vida, me impulsa a lograr cosas, y me mantiene en movimiento. En todos los lugares hay competencia; competimos en contra del otro; cuando yo me comparo con otros, en esencia, mido mi vitalidad. Si todos somos iguales no siento que estoy vivo.

La pregunta es ¿cómo hallaremos satisfacción? ¿La naturaleza quiere convertirnos en marionetas? Después de todo, todos somos hermanos, entonces todos tenemos lo mismo y somos iguales ¿Entonces no siento por qué estoy viviendo? ¿Existe otra meta? En mi estado presente, no la reconozco. Cada uno trata siempre de satisfacerse a su manera: Yo, por ejemplo, como científico, tú como periodista, y él en educación. Sin embargo, eventualmente cada uno quiere separarse, distinguirse de los otros. Esta es la necesidad exacta que nos conduce a desarrollarnos.

Supongan que las dificultades de la crisis nos ayudan a entender cómo equilibrar la sociedad como un todo. Bueno, todos estaremos en equilibrio, todos iguales ¿Cómo seré capaz de llenar el gran vacío en mí, que me exige estar por encima de los demás? ¿Cómo seré capaz de sentirme mejor que los demás? La situación en el mundo de hoy requiere sólo de dos horas de trabajo diario y no nos hará falta nada, si sólo dejamos de tratar de ser mejores que los otros. Cada uno vive dentro de un estándar de vida más o menos normal ¿Entonces cómo puedo estar satisfecho? ¿Qué haré en el tiempo libre que tengo? Después de todo, uno puede volverse loco con toda esta libertad ¿Es posible que sea esto exactamente a lo que la naturaleza nos está llevando?

Aquí llegamos al otro lado, que es la cooperación en contra del ego. Usamos nuestro ego pero de manera opuesta, no para elevarnos por encima de los otros, sino para que cada uno se eleve por encima de su auto amor y llegue a un equilibrio con los otros. En el camino, el ego constantemente crece y yo lo uso para ser igual al entorno. Entonces me siento satisfecho por estar conectado más fuertemente con otros. Mi ego crece, lo que significa que puedo otorgarles más, y llevarlos a una unidad y a un equilibrio mayor, y entonces disfruto del hecho de que tengo una conexión más fuerte con ellos.

Mientras más conectado estoy con ellos a través de mi ego corregido, mejor me siento. Tengo una vasija en la cual recibo placer, la vasija colectiva que conecto a mí mismo. A partir de esto, recibo el placer llamado «amor mutuo». Entonces llego a un placer mucho más grande que el que siento hoy, si logro elevarme por encima del ego hasta cierto punto. Sólo el uso correcto de todos mis deseos me permitirá tener éxito.

(70705 – Del Kab.tv de «Una nueva vida», episodio 10 del 8 de Enero del 2012)

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