La victoria sobre el Creador

El propósito de nuestros estudios es desarrollar el reconocimiento del mal en nosotros. Por otra parte, incluso sin estudiar, las personas pueden identificar el mal dentro de sí mismas. Estamos educados en un cierto espíritu y adquisición de valores culturales; por lo tanto, somos incapaces de robar, golpear o matar a alguien. Llegamos a ser mejores, más abiertos de corazón; empezamos con caridades y ayuda al enfermo y al necesitado. Por lo tanto, aprendemos a distinguir el bien del mal e intencionalmente queremos hacer el bien.

Al mismo tiempo, todas las personas en este mundo sin importar cuán altamente desarrolladas o mal educadas sean, actúan de acuerdo a sus deseos egoístas. Algunas personas ayudan a otras porque tienen miedo de caer en una situación similar en el futuro. Otras sienten pena cuando miran la aflicción de sus vecinos y quieren calmar su propia pena. Nuestro egoísmo contiene múltiples bases para el comportamiento «altruista», es decir, el cuidando de nuestro prójimo

Sin embargo, esto no tiene nada que ver con la auténtica corrección. Todas las buenas y malas cualidades así como todos los principios de nuestro mundo tienen sus raíces en el egoísmo. La persona puede ser la quintaesencia de la bondad, estar totalmente preocupada por su entorno, ser amorosa con todos, pero aún está gobernada por su amor propio.

 En términos cabalísticos, la persona permanece en el nivel animado ya que no tiene el control de sus propiedades; más bien, sus propiedades la controlan. No importa cuán maravillosa sea, ella no es quién dirige su comportamiento, sino más bien, su ego está a cargo de ella. Podemos llamar a tal persona «un ángel» de acuerdo a su clasificación espiritual, es decir en el nivel «animado».

De hecho, los niveles de desarrollo del inanimado, vegetativo y animado son considerados «ángeles» ya que implícitamente cumplen «órdenes» de la naturaleza. Esto se aplica a todos en este mundo. Esto explica porqué no existe tal cosa como castigo o recompensa; Estos se aplican sólo a aquellos que trabajan en la superación propia con el fin de acercarse al Creador. El resto son simplemente «derivados» ordinarios; es inútil esperar más de ellos.

Nosotros estudiamos Cabalá porque  somos provocados por el punto en el corazón, el cual nos permite diferenciar entre la recompensa y el castigo en nuestro camino espiritual.  Lo que nos preocupa es si nos elevaremos por encima de nuestra naturaleza que de hecho es el Creador. Quisiéramos tener poder sobre este.

¿Qué quiere decir esto? ¿Realmente queremos dominar al Creador? Sí. Se nos dice: «Mis hijos me han vencido. Yo creé la inclinación al mal y ellos exigieron que creara una fuerza que la corrija».

Una persona se desarrolla con el fin de validar su existencia en vez de  someterse ciegamente a la naturaleza. Su desarrollo depende del reconocimiento del mal. ¿Qué tipo de mal debo revelar en mí? Tal vez soy un ladrón o un mentiroso… Pero es el Creador quien me hizo de esta forma.

La habilidad para diferenciar entre un ser humano y el Creador es de hecho un genuino reconocimiento del mal. Sólo en comparación con Él, mi inclinación al mal se revela a sí misma. Se trata del deseo que identifico como opuesto al Suyo.

Pero ¿Cómo es posible que yo pueda compararme con el Creador? Para esto, necesito un grupo. Esta es mi única oportunidad, mi único estandarte, y mi único criterio para evaluarme a mí mismo. Mi mentalidad negativa hacia mis amigos y el desapego del grupo me permiten reconocer mi inclinación al mal. Entonces, me uno con mis amigos con el fin de acercarme al Creador.

Así, existen tres componentes: el grupo, el Creador y yo. De acuerdo a ellos evaluamos las buenas y malas inclinaciones, recompensas y castigos, y todos los otros detalles de nuestra percepción que ponemos a la altura del hombre (Adam en hebreo) aquel que es similar al Creador. El resto es simplemente irrelevante.

Básicamente, esta es la manera de separar la creación. Este acercamiento enfoca precisamente mi atención a la meta. El grupo llega a ser un método para llegar al Creador; el Creador está oculto detrás del grupo y se revela a Sí mismo según el grado en el que yo me sumerja en este.

Después me incorporo en el grupo y me doy cuenta que el Creador también es parte de este. Así, el grupo es un territorio común entre Él y yo.

Revelo mi inclinación al mal a través de mi relación con el grupo, mientras trato de unirme con mis amigos en el grupo. Así como cuando salimos de Egipto, el Monte Sinaí surgió entre nosotros; esta es la montaña del odio (Sina en hebreo).

Por otra parte debemos unirnos y ser como un hombre con un corazón en la desesperación. La brecha entre la unidad y el gran odio constituye la inclinación al mal. Es la razón por la que elevamos nuestra demanda por la corrección.

(62173 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 11/30/11, «La esencia de la religión y su propósito»)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *