Las cuatro direcciones del mundo

laitman_2009-05-xx_ny_4848El Zohar, capítulo Jaiei Sara, p. 201: “Y el polvo vuelve a la tierra como era y el espíritu vuelve a Dios que lo dio”. Cuando el Creador creó a Adam, Él tomó su polvo del lugar del Templo y formó su cuerpo de las cuatro direcciones del mundo.

Y cada una de ellas le dio su poder. Después, Él vertió sobre él el espíritu de la vida, tal como está escrito, “El sopló en sus narices el aliento de la vida”. Luego se incorporó y supo que él era de lo alto y lo bajo y entonces se apegó al Creador y conoció la sabiduría superior (Jojma).

Las cuatro direcciones del mundo son: Jojmá, Biná, Tifferet y Maljut. Éstas también se dividen en las líneas derecha e izquierda —que son Jojmá y Biná— y la línea media que es Tifferet. Al final de Tifferet se encuentra Yesod y luego está la unión con Maljut.

Así, todo se divide en el lado derecho, izquierdo y medio; en la parte superior e inferior. Es la estructura de nuestra alma, dentro de la cual revelamos la realidad.  Incluso ahora revelamos nuestra realidad dentro de nuestra alma. Y sólo porque esta alma es pequeña —es decir, no está corregida y funciona en forma egoísta para la recepción del placer—, la llamamos nuestro cuerpo.

Pero en realidad es la misma estructura, el mismo deseo. Ya que el Creador no ha creado varios deseos, sino sólo uno. Únicamente se revela a nosotros en una medida muy pequeña, en una forma muy defectuosa, miserable. Y lo que sentimos en este deseo se llama «este mundo».

Debemos revelar este deseo, hacerlo más grande, un poco cambiarlo en semejanza a la luz. Entonces, sentiremos en él el alma o la vida en el mundo futuro.

(Extracto de la lección nocturna sobre El libro del Zohar, correspondiente al 11 de marzo 2010)

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