Siempre tengo que buscar las formas de ir en contra de mi ego. Si me dirijo al grupo apropiadamente, siento rechazo. Este no viene del grupo en sí, este se encuentra dentro de mí. Siento aquello y no quiero conectarme con ellos o participar en las reuniones de amigos; No quiero abrazarlos ni mirarlos para nada. Lo hago porque el resto lo está haciendo, y me siento incómodo.
En realidad estoy harto de esto. Quiero dejar de estudiar y abandonar el grupo. Veo que esto no produce ningún resultado. ¡Pero no produce ningún resultado para mi ego, eso es verdad! Cuando la verdad empieza a revelarse, veo que no conseguiré ningún beneficio para mi ego.
Y después de esta revelación muchas personas huyen ya que no pueden percibir esto de una forma correcta ni entienden que están midiéndolo en una escala egoísta. Este es el lugar donde ellos tienen que compensar esta falta con fe por encima de la razón, conectándose con el entorno sin que nada importe, y abrirse hacia este, demandando un despertar espiritual.
Este es el punto exacto en el que nuestro trabajo espiritual empieza, y aquellos destinados a huir lo hacen aquí. Aquellos que permanecen son los que, o bien tienen un rol especial en el sistema general o los que pueden realmente hacer esfuerzos. La persona aún no sabe lo que le ocurre, pero más tarde alcanzará un cálculo espiritual correcto.
Es por esto que se dice que en el lugar donde los pecadores se tropiezan, caen y desaparecen en el horizonte; los justos se elevan y siguen adelante.
(55993 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 9/22/2011, Shamati # 240)
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