No te sientas culpable, como un ladrón atrapado

Pregunta: ¿Cómo podemos aprender a odiar nuestra maldad aun más?

Respuesta: Nunca seremos capaces de odiar nuestra propia maldad o amar la bondad. Esta actitud sólo puede ser creada dentro de nosotros por la Luz que reforma. Esta es exactamente la acción que realiza.

No necesitamos nada más que el odio al mal. Construiremos todo lo demás por encima de eso. Y si llegamos a sentir verdadero odio por el mal, lo cual  adquirimos de la Luz, entonces nos relacionamos con ese odio correctamente y de inmediato se utiliza para construir nuestra actitud hacia la Luz, hacia la bondad.

No me sentaré allí sintiéndome culpable, preguntándome por qué soy tan malo. Esto no es necesario en absoluto, porque en ese caso, simplemente estoy dentro de mi ego. Este es el enfoque equivocado del uso de la revelación del mal, como un ladrón que tiene un sentimiento de culpa por haber robado una vez que ha sido capturado, porque ahora tiene que sufrir por ello.

Una indicación de la evolución correcta (con la ayuda del estudio, del grupo, y de la difusión) es cuando acepto la revelación del mal con alegría, porque este me permite avanzar. Hay una historia acerca de Rabí Akiva, que se rió cuando vio cómo el Templo estaba siendo destruido porque se percibió esto como una señal de que la corrección final estaba cerca.

Después de todo, no se requiere nada además de la revelación del mal. Si el mal se revela con la ayuda de la preparación adecuada, y si se utiliza correctamente, entonces de inmediato alcanzamos la bondad.

Toda la bondad se construye sobre la revelación del mal. Por lo tanto, si una persona no revela el mal como un ladrón atrapado, que no llegó a robar por el bien de su egoísmo, sino que revela el mal en su actitud hacia los amigos y hacia el Creador, entonces, en esta revelación del mal, de inmediato siente oposición, siente a Aquél que le reveló el mal, a la Luz que Reforma. De inmediato se adhiere a la Luz y, basado en la revelación de su maldad, construye los mandamientos, es decir, va de la consecuencia a la causa.

(50870 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 8/10/11, Shamati)

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