Un punto oculto en las nubes de los deseos humanos

Dr. Michael LaitmanLa Torá, Éxodo, Jetró, 19:20-19:24: Y descendió el Señor sobre el Monte Sinaí, a la cumbre de la montaña; y el Señor llamó a Moisés a la cumbre del monte; y Moisés subió.

Y el Señor le dijo a Moisés: «Baja y adviértele al pueblo, para que no se abran paso para contemplar al Señor, y muchos de ellos perezcan. También los sacerdotes que se acerquen al Señor, que se santifiquen, para que el Señor no haga estragos en ellos «Y Moisés le dijo al Señor: «El pueblo no subirá al Monte Sinaí; pues tú ya nos advertiste  diciendo: Establece límites para el monte, y santifícalo «Y el Señor le dijo: «¡Anda, desciende¡ y subirán tú, y Aarón contigo, pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites para ascender hacia el Señor, para que Él no cause estragos contra ellos».

Las palabras del Creador que prohíben que personas se acerquen a Él, significan que todas las acciones y todos los deseos egoístas no deben entrar en contacto con Él, puesto que nosotros todavía no podemos trabajar en aras del otorgamiento. Moisés dice que el pueblo ya ha oído hablar de este mandamiento. En otras palabras, nosotros pensamos que a pesar de que hemos recibido suficientes avisos, aún no podemos usar nuestros deseos egoístas, dado que a pesar del hecho de que no son controlados por el evidente poder del Faraón, todavía no han sido corregidos. Estos aún son deseos egoístas terrenales, comunes, que se oponen al «punto en el corazón» que está separado de ellos.

Moisés es un punto en nosotros que está conectado con el Creador y que posee Su naturaleza. Sin embargo, está mezcla en gran medida con otros deseos y es por eso que es invisible. Aún no brilla; más bien nos preocupa al detonar pensamientos borrosos acerca del significado de la vida.

Otros pensamientos y deseos nuestros continúan entrelazándose con este mundo y este reino material. Así, aunque nos parece que no queremos esta inútil existencia nuestra, una vez que comenzamos a implementar nuestros deseos materiales, éste «rueda» inmediatamente hacia atrás. Los deseos que están orientados hacia este mundo se despiertan en nosotros y nos olvidamos de las «cosas sublimes».

Por lo tanto, nosotros tenemos que dividir estrictamente el punto en el corazón (la propiedad de Moisés y Aarón) del resto de nuestros deseos egoístas. Si no fuera por el punto llamado «Moisés» (deseos que descienden desde un nivel superior, desde el atributo de otorgamiento), simplemente seríamos como animales.

Este punto nos viene de un plano totalmente diferente y personifica la cualidad del Creador en nosotros. Debido a ello cometemos muchos errores. Nos parece que ya nos hemos vuelto justos y que hemos subido a la cima. De hecho, tan pronto como empezamos a hacer algo terrenal, nuestros pensamientos «vuelan» inmediatamente en la dirección opuesta y experimentamos caídas profundas. Esto sucede debido al punto en el corazón. Sin embargo, no debemos avergonzarnos, indignarnos o sorprendernos, puesto que se trata solo de la naturaleza humana. Tenemos que considerar esto como un mecanismo que actúa de manera impredecible, sin ninguna idea de lo que sucederá en el momento siguiente.

Este estado de cosas se prolonga hasta que alcancemos la corrección final antes de que ocurra la caída inescrutable máxima. Las cosas que vivimos hasta hoy son sólo fluctuaciones muy insignificantes, hacia atrás y hacia adelante, más (+) y menos (-). Maravillosos descubrimientos nos esperan más adelante.

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Del Kab.TV «los misterios del Libro Eterno» del 2/25/13

 

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