Un territorio en común donde habita el amor

thumbs_laitman_745_01Pregunta: El principio de creación de las buenas relaciones entre la pareja dice: «A través de la conexión y del amor cada uno se incluye en el otro, se enriquece, y adquiere cada vez más poderes. La condición para ello es que la persona se rebaja a sí misma en relación al otro y no se siente superior al otro. «¿Cómo nos realizamos este principio en las relaciones de pareja?

Respuesta: Entre la pareja se forma una unión como entre dos naturalezas que se integran entre sí. El ego de cada uno, dentro del cual vive la persona, es redondo. Él guarda sus fronteras y quiere recibir el llenado dentro de éstas; lo demás no le importa. También quiere recibir placer y ser llenado por su pareja. Si él es llenado gracias a lo cual beneficia a la pareja, entonces esto es lo que llamamos amor. Y si es llenado sólo tomando de la pareja y no da nada a cambio, esto es llamado odio. Pero en última instancia, sólo hay una meta, el llenado personal.

Y aquí comienza mi trabajo de acuerdo al plan original de que yo debo anularme a mí mismo. Cuanto más pueda yo vaciar de mi ego un lugar dentro de mí, que se abstenga de llenado, puedo insertar cada vez más los deseos del otro, es decir, de mi esposa, en vez de mis deseos. De esta forma, cada uno anula su ego para aceptar los deseos del otro.

En última instancia se crea un territorio compartido donde yo me he anulado a mí mismo para darle placer a mi esposa, y ella también hace lo mismo con respecto a mí, para darme placer. Así es como nos encontramos en un territorio común donde existen un acuerdo mutuo completo y la conexión entre nosotros. A través de mi concesión y de la concesión de ella, yo acepto sus deseos y pensamientos y ella acepta mis deseos y pensamientos. Esto al menos es en un grado particular y claramente no sería todo inmediato.

Este territorio común es llamado la zona de conexión entre nosotros, la unidad, donde sentimos un deseo común, una atracción y un entendimiento común. En este territorio existe un acuerdo, un pacto, y el amor entre nosotros. El amor dice que yo quiero llenar los deseos particulares de mi pareja y ella también quiere hacer lo mismo conmigo. Mientras tanto, esto no es amor absoluto y perfecto, sino que el amor sólo es parcial, pero somos conscientes de ello y lo protegemos y nos preocupados por su existencia.

Pregunta: ¿Por qué soy enriquecido, y adquiero poderes adicionales?

Respuesta: Gracias a mi relación con el otro, incluso en el más pequeño territorio común, entonces todo el resto de su territorio, incluidos sus deseos y habilidades, también pasan a mi dominio. Porque si existen entre nosotros el amor, el acuerdo, y la conexión en algún tipo de territorio común, ya no somos enemigos. Todavía no hemos alcanzado un acuerdo completo, aún no hemos trabajado en esto. Podría ser que estos asuntos todavía no se han despertado en nosotros y no se presentan ante nosotros como barreras que debemos cambiar y quitar. Pero después de haber alcanzado un acuerdo parcial, algún tipo de conexión, amor y apoyo, entonces ya es posible estar seguros de que el lado opuesto estará al lado y será socio de ustedes.

Yo concedo mis deseos y pensamientos y estoy dispuesto a aceptar los deseos, pensamientos y expectativas de la pareja; está habla de que estoy anulándome a mí mismo en lo que se refiere a ella. La naturaleza nos ayuda con esto; ésta nos conecta a través de las propiedades que tenemos en común, una casa, y las finanzas compartidas. Eso nos obliga a preocuparnos uno por el otro, porque no podemos existir separadamente. Y lo más importante es que compartimos al dar a luz a los niños hacia quienes sentimos un amor natural instintivo.

Y así, es lógico que se cree un reino común entre nosotros en el plano material terrenal. De tal manera que lo que se requiere de nosotros es llenar nuestro reino común en un estrato superior a través de las concesiones de nuestro ego, uno con respecto al otro, y en conexión adicional.

Especialmente en nuestro tiempo, nosotros hemos alcanzado un desarrollo tan egoísta que la casa, la propiedad común, y nuestros hijos compartidos ya no nos importan. Así que si no construimos un complemento espiritual, sin duda nos divorciaremos.

Está claro que ninguno de nosotros estaría de acuerdo en anularse a sí mismo hacia el otro a menos que intencionalmente lo hiciéramos por el bien de una meta más elevada. «La paz doméstica» nos da una gran cantidad de beneficios; protege los nervios, la salud, los años de vida y que trae serenidad. Debe haber una creencia muy fuerte en toda la sociedad, una necesidad de explicarles esto a las personas. Si cada uno estuviera aceptara ver el descubrimiento de un poder más elevado en la pareja, la semejanza a través de la cual se le presenta el Creador a la persona, entonces necesariamente la persona misma se haría más pequeña.

(110013 – Del Kab.TV «Una nueva vida» del 8/1/12)

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