9 de Av – Una visión interna

Necesitamos unirnos entre nosotros y, tan pronto como revelemos que realmente queremos unirnos pero no somos capaces de hacerlo, este será el estado de “Jerusalén arruinada”, la ruina del Templo. Nos esforzamos por unirnos y no sabemos cómo hacerlo, y, por lo tanto, lloramos y pedimos al Creador que nos una.

Lloramos precisamente porque no somos capaces de conectarnos, o tal vez incluso porque no somos capaces de llorar y lamentarlo y no somos capaces de pedir ayuda al Creador. Por lo tanto, no importa cuántas lágrimas derramemos, el Creador no nos responde porque nuestra petición no es real, no es sincera. Y se llama “Jerusalén en ruinas”.

Si avanzamos más y más de esta manera, entonces eventualmente estamos abrumados con lágrimas de total desesperación, y entonces el Creador corrige la conexión entre nosotros y se revela dentro de ella. Y eso significa que estamos llegando a la liberación.

La ruptura radica únicamente en la falta de conexión entre nosotros. El Primer y Segundo Templo significan que incluso entonces había una conexión interna entre nosotros. Estamos hablando sólo de categorías internas y no externas.

 

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