Anticipando al ser creado

vvvLa sabiduría de la Cabalá dice que el Creador es el bien que hace el bien. Con el fin de realizarse a Sí mismo, Él creó el deseo de recibir, llamado el «ser creado». Este deseo debe desarrollarse de acuerdo al plan del Creador, de acuerdo a su programa hasta que el ser creado lo entienda y lo siente a Él como el bien que hace el bien, como importante.

Este es el deseo del Creador. Los cabalistas nos explican que esto no se debe a que Él quiera que reconozcamos Su grandeza, Su omnipotencia, y nuestra dependencia de Él. Estamos hablando de lo más elevado entonces, por consiguiente, está claro que es así. No, el Creador desea elevarnos a Su nivel.

Entonces, tenemos que atravesar una cierta conciencia de la fuerza mayor en nuestra naturaleza y revelar cómo podemos ascender a su altura. El Creador disfruta de que lo experimentemos, es decir que alcancemos Su nivel. De acuerdo a la ley de equivalencia de forma, el lograr la adhesión con Él significa adquirir las mismas propiedades de Él.

El período de nuestra autocorrección es el camino, la escalera, los peldaños que nos llevan hacia arriba a través de los cinco mundos. El ser creado puede realizar este ascenso sólo si está seguro y sabe a ciencia cierta que tiene que hacer esto. Entonces tiene la fuerza para realizarlo.

¿De dónde obtiene el ser creado el poder para realizar las acciones que conducen hacia arriba, de la recepción al otorgamiento que son contrarias a su naturaleza? El ser creado tiene que tener la comprensión, la conciencia y el sentido de que está en el mal estado egoísta de la recepción y que tiene que llegar a un buen estado de otorgamiento que es completamente opuesto a su estado actual.

Se nos ha dicho que podemos hacer esto si tenemos la ayuda del Creador. La Luz Superior es derramada sobre nosotros, y luego empezamos a hablar de una manera diferente y a entender que recibir es malo y otorgar es bueno para nosotros.

¡Pues bien, simplemente dejemos que el Creador hacer esto! Él ha creado en nosotros el deseo de recibir y ahora puede «brillar» sobre nosotros para convertir ese deseo en otorgamiento. Pero no, esto no puede ocurrir porque entonces perderíamos nuestra independencia y seríamos como «ángeles», es decir, fuerzas que sólo realizan ciertas acciones. En su lugar, nosotros mismos debemos admitir y aceptar que recibir es malo y otorgar es bueno.

Esta declaración interna se llama el «reconocimiento del mal», y no se requiere nada más. Sólo tenemos que reconocer el mal del deseo de recibir y el bien que es inherente al deseo de otorgar. Una vez que esto suceda dentro de nosotros, no cabe duda que dejaremos de usar definitivamente el mal del deseo egoísta que se manifiesta en este momento, y comenzaremos a utilizar el deseo de otorgar, que se manifiesta como el bien.

Parecería que esto no es un juego de niños: Si el doctor me explicara qué es bueno y qué es malo, qué es dañino y qué es saludable, yo apreciaría y seguiría su consejo. Sin embargo, yo mismo tengo que reconocer el mal. Los consejeros que me dicen qué es bueno y qué es malo no van a ayudarme. Yo mismo tengo que calcular con mucha precisión que el deseo de recibir es malo y que el deseo de otorgar es bueno.

Aquí se extiende una «cadena» tan delgada que esto no puede expresarse en palabras. Tengo que permanecer neutral internamente, elevándome por encima del ser creado, ya que el deseo de recibir es definido como el mal y el deseo de otorgar como el bien, con la primera cualidad que le pertenece al ser creado, y la segunda, al Creador. Sin embargo, yo tengo que anticipar lo que precede al ser creado, pararme frente a aquello, y mira estos dos deseos. Entonces, basándome en este punto completamente independiente, necesito definir el deseo de recibir como el mal.

Esta será la verdadera realización del mal. Eso no se hace como yo lo «ordene», ni sobre la base del placer y el sufrimiento que me llevan a la decisión cuando juego una y otra vez un «juego de negociación», la elección ocurre de acuerdo a los criterios de mi egoísmo. No, el «experto», «juez» y «probador» en mí tiene que estar al margen, ni del lado del Creador ni del lado del ser creado, sino aparentemente un paso delante de él.

Este es un requisito previo. Es imposible que el Creador sea bueno ante mis ojos. ¿Por qué es bueno? ¿Porque Él creó mi deseo y está disfrutando de Sus regalos? No, es sólo un regalo, la creación en la que nos encontramos. El Creador desea que nosotros «anticipemos» al ser creado, de tal forma que estemos de acuerdo con Él, que Él lo hizo así.

El beneficio de esto es enorme: Ya no somos dependientes de qué y cómo nos creó Él. Tenemos que elevarnos por encima del bien y del mal, independientemente de las intenciones conectadas a estos. Tenemos que alcanzar otro nivel por encima de ellos hacia el comienzo del plan de la creación que existió incluso antes de que Él nos creara, antes de que Él decidieras revelarse al ser creado como el dador y el hacedor del ser creado como receptor. Parece que nos encontramos ante ese momento e incluso antes de su causa. Y aquí es donde en realidad nos encontramos.

Por lo tanto, la realización del mal debe ir más profundamente, hasta dentro de la profundidad cualitativa. No se trata cuán terrible es mi interminable egoísmo y cuán hermoso que es el otorgamiento. Se trata de la cualidad y la esencia: ¿Por qué defino al uno como malo y al otro como bueno? Yo debo realizar esta elección en mis propias sensaciones. Ella sólo mide los datos de mi percepción «de las estadísticas», y por encima de esta revelo un principio superior, que está por encima del ser creado y ante este. Por lo tanto, el reconocimiento del mal abarca la totalidad de la realidad y nos eleva por encima de ella.

(142785 – De la 5° parte de la lección diaria de Cabalá del 9/3/14, Escritos de Baal HaSulam)

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