Aquí está mi casa

Israel no es un país muy atractivo para los migrantes,por el alto costo de la vida, el servicio militar obligatorio y la amenaza de terrorismo. La situación en el país no es simple y no ha mejorado, por el contrario, se ha deteriorado con los años. Y aún así, si me me enfrentara hoy con la elección de hacia dónde emigrar, elegiría una vez más a Israel, como lo hice hace cuarenta años. 

Con los años he visitado muchos países, impartido conferencias y hablado de la ciencia de la Cabalá, o simplemente he viajado para conocer el mundo. Pero no puedo imaginarme viviendo en ningún otro lugar, en cualquier otro país, aún cuando he sido invitado a mudarme más de una vez, no puedo. 

No puedo imaginarme viviendo en algún lugar en el extranjero, fuera de mi casa. Me siento en casa en Israel. Para vivir en Israel,  se necesita cierto incentivo adicional. Para mí, ese incentivo fue la sensación de conexión con este país, con este pueblo, con esta tierra. 

Aunque no me gusta este clima y las relaciones entre la gente -en cualquier lugar que veas en la vida material-, no me gustan. Entre esas islas de odio hay cierto campo reinante llamado “espiritualidad” 

La gente misma no sabe de su existencia, pero sienten esta espiritualidad. 

En ese lugar, entre una persona y otra, donde debería haber amor, hay odio; por mi actitud y visión hacia ellos, convierto el odio en amor y así vivo. No puedo encontrar espiritualidad en ningún otro rincón del mundo. Siento que hay un espíritu especial en esta gente y cambiará, como está dicho “un héroe crecerá a partir de un bebé”. 

Hay aquí cierto espíritu que puede nacer, salir del ocultamiento y convertirse en una gran fuente de espiritualidad en el mundo entero. 

Por eso quiero vivir aquí y sólo aquí; no hay ningún otro lugar para mí. Ese espíritu sólo puede existir en la sociedad israelí. Tomará más tiempo corregirlo, pero sólo así vendrá la luz superior, la fuerza superior que abrazará al mundo y elevará a todos hacia la conexión e integración plena con el Creador. 

Este espíritu no está contenido en la tierra misma, no en las piedras y no en la gente. Pero existe en forma potencial entre todos y puede salir del ocultamiento siempre y cuando cambie nuestra actitud mutua, al menos un poco. 

He estado en todas partes: Moscú, New York, y muchos lugares donde se me ofreció quedarme y vivir en paz y prosperidad. Pero para mí, es inaceptable porque es imposible obtener la sensación y satisfacción que siento en Israel. 

Para sentir este elevado espíritu, es necesario convertir el odio entre la gente en tu imaginación y sentir que puede ser la fuente de la espiritualidad, un acumulador de la fuerza superior, un amplificador para la sensación del Creador en nuestro mundo. Imaginemos que la fuerza de otorgamiento y amor explota dentro de esta nación por las relaciones opuestas que han surgido entre la gente.
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De Kabtv “Conversación con periodistas” 12/oct/21

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