Como un manojo de cañas — Mezcla de campanas, Parte 3

Dr. Michael LaitmanComo un manojo de cañas, Por qué la unidad y la garantía mutua están en la agenda del día, Michael Laitman, Ph.D.

Capítulo 5: Parias

Las raíces del antisemitismo

A través de la historia, nunca, ninguna nación ha sido más perseguida que el pueblo judío. Y sin embargo, tal como muestra la historia, ninguna nación ha sobrevivido a toda persecución y ha surgido cada vez más fuerte.

La aparente indestructibilidad de los judíos ha suscitado un buen número de preguntas, aunque más entre los no judíos que entre los judíos, ya que los judíos estaban muy preocupados sobreviviendo. El célebre autor alemán, Johann Wolfgang von Goethe expresó su perplejidad sobre la tenacidad de los judíos en su libro, Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (Wilhelm Meisters Lehrjahre): “Cada judío, sin importar cuán insignificante sea, está comprometido en la decisiva e inmediata búsqueda de una meta… Es el pueblo más eterno sobre la tierra”.[i]

Al igual que Goethe, el profesor de Cambridge, T.R. Glover, resalta el enigma de la existencia de los judíos en El Mundo de la Antigüedad, (The Ancient World), “Ningún pueblo en la antigüedad tuvo una historia tan peculiar como los judíos… La historia de ningún pueblo de la antigüedad es tan valiosa; si tan solo pudiéramos recuperarla y entenderla… Todavía más extraña es la antigua religión de los judíos que sobrevive cuando todas las religiones de las antiguas razas pre-cristianas han desaparecido… La gran cuestión no es, ¿qué sucedió?, sino más bien ¿por qué sucedió?, ¿por qué el judaísmo todavía está vivo?”.[ii]

Asimismo, Ernest van den Haag, Profesor de Jurisprudencia y Políticas públicas en la Universidad Fordham escribió, “En un mundo en donde los judíos son tan solo un minúsculo porcentaje de la población, ¿cuál será el secreto de la desproporcionada importancia que los judíos han tenido en la historia de la cultura occidental?”[iii]

El matemático francés, físico, inventor y filósofo, Blaise Pascal estaba fascinado con la antigüedad del pueblo judío. En su libro, Pensamientos, (Pensées) escribió, “La eminencia de este pueblo no es tan solo por su antigüedad, sino que son singulares por su duración, que continúa desde sus orígenes hasta el día de hoy. Pues mientras las naciones de Grecia e Italia, de Esparta, Atenas y Roma y otras que se sucedieron después, hace ya tiempo perecieron, éstos prevalecen, y a pesar de los empeños de muchos reyes poderosos quienes cientos de veces han intentado destruirlos… ellos, no obstante, han sido preservados”.[iv]

En efecto, como incontables individuos reconocidos a través de las épocas han apuntado, los judíos no pueden ser aniquilados. Los judíos tienen una misión que cumplir y hasta que no lo hagan, la Naturaleza, Dios, el Creador, Yahveh, o como quiera que se le nombre a Él, no permitirá que eso suceda. Y sin embargo, todo el tiempo que los judíos continúen evitando asumir la tarea a la que fueron destinados, en verdad, serán, como lo han sido, y lo son, torturados y masacrados hasta casi extinguirlos. Para desenterrar las raíces de la Vía Dolorosa judía a través de la historia, necesitamos viajar en el tiempo hasta el comienzo de la creación.

En el Capítulo 2, apuntamos que el Creador no tenía sino un solo deseo: hacer el bien a Sus creaciones, es decir a la humanidad. Pero como en realidad no lo percibimos, no podemos recibir de Él.

Cuando queremos dar un regalo a un amigo, nos acercamos a él y se lo entregamos. Debe existir un contacto entre el que da y el que recibe. De igual forma, para que Él nos dé, el Creador y la creación deben conectarse. Y cuando ocurra la conexión, como diría Baal HaSulam, “Uno siente la sublime gracia contenida en el Pensamiento de la Creación, que es deleitar a sus creaturas con Su mano colmada, buena y generosa. A causa de la abundancia de la gracia que se alcanza, aparece un amor maravilloso entre la persona y el Creador, que se derrama sin cesar sobre la persona, a través las mismas vías y canales por los que el amor natural aparece. Sin embargo, todo esto sucede a la persona a partir del momento en que ésta alcanza, en adelante”.[v]

Lo anterior, como mencionamos en el Capítulo 2, despierta la necesidad de tener equivalencia de forma, esto es, ser como el Creador, poseer la cualidad de dar. Lamentablemente, la gran mayoría de nosotros no lo desea; con vehemencia al individuo le irrita dar a menos que obtenga una ganancia subyacente, un motivo ulterior para hacerlo. RASHI, el gran comentarista de la Biblia, escribió que el versículo, “La inclinación del corazón humano es mala desde su niñez” (Génesis 8:21), quiere decir que “Tan pronto uno es expulsado del útero materno, (el Creador) planta en él la inclinación al mal”, que como dijimos en el Capítulo 2 es la egolatría, el deseo de recibir para uno mismo.

Por consiguiente, considerando que el Creador es bondadoso y que nosotros somos lo opuesto, el choque entre hombre y Dios parece inevitable. ¿Cómo podríamos alguna vez alcanzarlo si Él nos ha hecho intrínsecamente opuestos a Él? El remedio a la egolatría radica en lo que describimos antes como “el punto en el corazón”. Esa sed por comprender el significado de la vida, y lo que hace girar al mundo (que obviamente no es el dinero); es la añoranza que permitió a Adán, a Abraham y a su progenie, a Moisés y a toda la nación que emergió de los parias de Babilonia, desarrollar un método de corrección que convierte la inclinación al mal en bien.

[i] Johann Wolfgang von Goethe, Wilhelm Meisters Lehrjahre,( Los años de aprendizaje de Wilhelm Meisters)  (Berlin (Germany), Johann Friedrich Unger, 1795-1796), 359.

[ii] Glover, The Ancient World, (El mundo de la antigüedad) 184-191.

[iii] Ernest van den Haag, The Jewish Mystique, (La mística judía)  (US, Stein & Day, 1977), 13.

[iv] Blaise Pascal, Pensées,(Pensamientos) trans. W.F. Trotter, Introduction by T.S. Eliot (Benediction Books, 2011), 205.

[v] Ashlag, Talmud Eser Sefirot (El Estudio de las Diez Sefirot), Parte 1, “Introducción al Estudio de las Diez Sefirot,” 31.

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