Cuando siete son más fuertes que siete mil millones

thumbs_Laitman_017_01[1]El único esfuerzo que podemos hacer en nuestro trabajo espiritual es incorporarnos al grupo, y permitir que éste nos influya.  El ambiente tiene tal fuerza, que su tamaño no tiene importancia. Lo importante es en que medida yo lo considero como mío.

Nos damos cuenta que  nuestros familiares y las personas cercanas a nosotros nos influyen más que los extraños. Hay siete mil millones de personas, pero no sentimos su influencia tanto como el impacto de nuestros familiares cercanos que pueden sumar no más de siete personas.

Por eso, si la persona organiza su vida de tal forma que su ambiente lo inspire, recibirá su influencia y  por consiguiente anulará la “autoridad”  que tiene el resto de la humanidad sobre él. El resto del mundo como que cesa de existir y la persona adquiere fortaleza, discernimientos espirituales y enormes deseos. Con esto ya cuenta con los medios para avanzar.

(Extracto de la lección según la carta de Baal HaSulam, correspondiente al 28 de mayo 2010).

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