Día de Jerusalén

Ya han pasado varios años desde la liberación de Jerusalén. ¿por qué la ciudad sigue ‘encadenada’?

Incluso 50 años después de la liberación de Jerusalén, sigue siendo y siempre ha sido, el centro del mundo. Hay tensión entre Israel y Turquía desde que Erdogan pidió a los musulmanes que visitaran la mezquita Al-Aqsa en masa, para apoyar la lucha de los palestinos y no permitir que Jerusalén se convierta en la capital del estado judío.

La sugerencia del presidente de EUA, Donald Trump de trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, podría socavar aún más la ya inestable sensación de seguridad. La ciudad sagrada para tres religiones y en cuyo corazón se encuentra el Muro de los Lamentos, era y sigue siendo un territorio en disputa.

Hay quienes consideran la victoria ganada en la Guerra de los Seis Días como la fase final del regreso a casa de la nación de Israel y hay quienes la ven como el inicio de la tragedia política del Estado de Israel.

Aún así, al momento de la verdad, estuvimos profundamente conmovidos y nuestros ojos se llenaron de lágrimas, cuando sentimos un gran alivio al recibir pruebas de que realmente podíamos protegernos, lo que siempre fue dudoso hasta esa guerra.

Sólo cuando sentimos amenaza del exterior, nos acercamos un poco más unos a otros; olvidamos nuestras diferencias y buscamos refugio que nos una, como un rebaño de ovejas escapando del lobo. Pero así no fue formada la nación. Así no es como un sueño revive de las cenizas; así no es cómo debe comportarse el pueblo elegido.

Nada se resuelve con una varita mágica. Nuestra experiencia práctica demuestra que ninguna decisión política, ninguna vida bajo presión constante puede ser remedio para la nación de Israel.

La situación insoportable en la que vivimos hoy, bajo presiones interminables dentro y fuera de nuestras fronteras, incluido el creciente antisemitismo, nos lleva a afrontar el hecho de que la solución está en otro lugar. No está en acciones externas, mientras que la sociedad está profundamente dividida, sino, en primer lugar, en la corrección de nuestras relaciones.

No podremos establecer un sistema saludable de relaciones mutuas con ninguna nación ni estado, a menos que primero sanemos nuestras conexiones mutuas. Esta es la ley de la naturaleza que opera en la nación de Israel; ‘Ama a tu amigo como a ti mismo’ es la primera ley. Sólo después de que la cumplamos podremos alcanzar la paz con nuestros enemigos externos.
[207320]

Material relacionado:
Ynet, cómo podemos construir jerusalem si hay una ruina en nuestro corazón
La verdadera jerusalén/a>
Jerusalem: no las piedras, sino el espíritu

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *