El cambio que Israel necesita

Mi nuevo articulo: «El cambio que Israel necesita«

Después de cuatro agotadoras campañas electorales en dos años, Israel va camino a formar un nuevo gobierno, el “gobierno del cambio”. Si bien, es probable que los próximos días sean críticos para esta frágil conexión, la tendencia de cambio es clara.

El pueblo de Israel necesita milagros visibles. Por naturaleza no podemos vivir juntos ni en este pequeño pedazo de tierra en el Medio Oriente ni si fuéramos un país ubicado en Europa o aislados en el Polo Norte. Somos un pueblo egoísta y terco. Las tensiones internas en la sociedad israelí alcanzaron el punto de ebullición en el último mes y la situación se está saliendo de control.

No creo que el nuevo gobierno pueda reparar las brechas y llevar al Estado de Israel a una costa segura. Está encabezado por un grupo de políticos que tiran en su propia dirección y no están dispuestos a comprometerse en favor de la unidad real del pueblo. Por ahora, están dispuestos a renunciar a su ego y a conectarse, pero como manada de lobos que tienen el objetivo de devorar al ciervo e inmediatamente después de la caza, todos volverán a su propia trama, reacios a dejar de lado sus intereses individuales en favor de la unidad dentro de la sociedad israelí.

La agitación política actual en Israel, es la oportunidad para cambiar la perspectiva sobre el futuro de la nación. Se nos dieron estas circunstancias para comprender en qué mundo vivimos, quién es el pueblo de Israel y cuál es nuestra misión en la Tierra.

El pueblo judío tiene un mérito particular con el cual subirá o bajará y nada lo cambiará. Es el valor de “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Si nos esforzamos por lograr una conexión cordial, garantía mutua, una unidad cada vez mayor, las ruedas de la sociedad avanzarán hacia un destino bueno y amable. En el intento por unirnos, evocamos un enorme poder de conexión, una fuerza suprema de amor y otorgamiento que cubrirá todas las diferencias, sin importar cuán profundas sean. De otra forma, nunca lo lograremos.

Nuestra conexión no depende de ningún gobierno. La política no debería definir quiénes somos y lo más importante, qué nos une. A partir de este período, la atención se centra en la conexión entre la gente, una conexión que debe emanar desde el nivel de base, desde la propia gente.

No es necesario ocultar ni desvanecer la separación y la división. Debemos reconocer que estamos infectados por el ego y,  antes de que el ego nos supere y se eleve por encima de nosotros, debemos preguntarnos: ¿Por qué estamos atrapados en un ciclo interminable de crisis? ¿por qué no logramos elevarnos por encima de las fisuras sociales? ¿a dónde se fue el sentimiento de vergüenza?

¿Sabemos cómo nos ve el mundo? Por ahora, el mundo se aprovecha de nuestra habilidad e innovación, pero al mismo tiempo, en el fondo de su corazón, nos odia, se ríe de nosotros en los pasillos de la arena internacional y afila las flechas que pronto nos lanzará, porque nos ven divididos y débiles. En condiciones tan precarias, el problema más grave que debemos abordar es nuestra falta de visión para el futuro.

Pero esta situación puede tomarse como oportunidad para volvernos a conectar con el método de conexión heredado de nuestros sabios. Incluso un simple pensamiento o esfuerzo por acercarnos en nuestro corazón y comprender que la única alternativa para sobrevivir es conectarnos, nos llevará a un desarrollo importante. Se nos da una oportunidad de oro para darnos cuenta de que enfrentamos tiempos de transformación sustancial, pero si queremos que ese cambio sea positivo, debemos comenzar dentro de nosotros con una relación más cálida y de apoyo mutuo.

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