Estamos decepcionados por no tener las fuerzas para quebrar nuestra Klipá (cascara) egoísta y unirnos en un solo Kli (vasija). Hemos descubierto que hay algo entre nosotros que no les permite a nuestros corazones fundirse en un solo deseo y dejar a un costado los cuerpos y nuestro mundo. Al final de cuentas, esta Klipá debe mostrarnos que somos impotentes frente a ella.
El gran deseo de lograr la Meta, y a la vez la incapacidad de conseguirla de forma independiente, no nos dejan otra alternativa más que recurrir al Creador. Y hasta que no nos decepcionamos de manera absoluta de nuestras fuerzas y deseamos inmensamente conseguir la Meta, nos olvidamos del Creador por completo. Aunque colguemos letreros en todas partes que nos recuerden pedir ayuda del Creador, igualmente no tendremos la necesidad y la carencia suficientes de Él. Esta necesidad proviene de:
- Lo deseamos con todas nuestras fuerzas. Y- 2. No logramos salir al mundo espiritual.
Entonces es cuando comenzamos a entender y captar que únicamente el Creador puede ayudarnos. La primera y maravillosa decepción la recibimos en esta última convención. Este es un logro muy grande. Ahora podremos entender lo que recibimos, y así intensificar todo el tiempo nuestra sensación al pensar en ella. El pensamiento refuerza el deseo, realza todos sus componentes, que gracias a ellos podemos avanzar hacia adelante sin más problemas, al intentar una y otra vez de revelar el estado en el que estuvimos. Esto es suficiente. Así crearemos una demanda hacia el Creador, ya que no hay nadie más que Él y sólo Él puede ayudarnos a estabilizarnos frente a Faraón.
Adicionalmente, entenderemos que el Creador obra en dos direcciones. Ya que Faraón es también el Creador, solo que del lado opuesto. En la Torá está escrito: “Entra a la presencia de Faraón, porque yo he endurecido su corazón”. El Creador nos advierte de antemano: “Yo obstruyo tu camino. ¿Deseas abrirte camino? – recurre a Mí, por favor, porque Yo fui quien te arreglé este obstáculo, y con mi ayuda lo superarás”. Sobre esto es que se ha escrito: “Mis hijos me han derrotado”. No hay nadie fuera del Creador, y para entender esto y exigirle Su ayuda, necesitamos esfuerzos comunes dirigidos a una meta: cómo golpear a Faraón, junto al Creador, y nacer hacia la Luz.
(De la lección diaria del 12 de noviembre de 2010 del artículo de Rabash)