El declive de Babilonia, parte 2

Dr. Michael LaitmanLa persona nace y se desarrolla como un egoísta. Está escrito, «Yo creé la inclinación al mal [egoísmo]; yo creé la Torá como una especia», para su corrección, de tal forma que la Torá les dé la Luz con cuya ayuda pueden corregir el ego. Así es como se forman dos líneas, dos partes del trabajo interior: el ego separado, la parte izquierda, y la Torá, la parte derecha.

Pregunta: ¿Soy yo un egoísta tal que sólo la fuerza negativa está dentro de mí? Además, ¿con un mensaje como este, es posible atraer hacia nosotros al público como lo hizo Abraham?

Respuesta: Según parece, él simplemente dispersó volantes por toda la antigua Babilonia. Él los imprimió rápidamente en una imprenta local y los repartió entre todos los babilonios, una población total de tres millones de habitantes, según el mito. Entonces ellos leyeron los volantes y cinco mil personas se reunieron en torno a Abraham.

Dejando de lado las bromas, Abraham fue un gran líder espiritual, un gran sacerdote, un gran científico de aquellos tiempos. Además, él era el hijo del principal ideólogo babilónico, su padre era Téraj [Taré]. Por lo tanto, tenía los medios, el conocimiento, el poder y las conexiones, todas las posibilidades de difundir su mensaje. Todo esto es obligatorio en nuestro mundo.

Así, Abraham extendió el conocimiento y las personas se unieron a él. Él se unió a aquellos que sentían que ya no querían trabajar sólo con el ego.

En otras palabras, ellos ya tenían una nueva sensación, una conciencia de la maldad del egoísmo; ya se habían desarrollado y se habían dado cuenta que deben estar en equilibrio, y que habían estado esperando la segunda fuerza, la cual podrían utilizar para equilibrar el egoísmo, para crear un «dipolo» de fuerzas positivas y negativas y existir en él.

Ellos sentían que sólo el ego los motivaba. Vivían sólo gracias a su fuerza negativa, y seguramente esto los sumió en la depresión. Después de todo, ellos no sentían ninguna satisfacción, ningún llenado en esta vida a pesar de que la antigua Babilonia era una civilización desarrollada. Si la persona entiende que sólo una única fuerza negativa está trabajando y evolucionando dentro de ella, saltaría desde un puente o de una torre alta. En el mejor de los casos, iría a drogarse.

Otra cosa es si, junto con esta comprensión, se le revela la posibilidad de adquirir la fuerza positiva. Debido a que el camino consta de dos puntos y un vector entre ellos, es necesario un segundo punto para que la Luz los ilumine, al menos un poco, desde dondequiera que esté. Es imposible vivir sin esta iluminación, «Yo no puedo permanecer aquí. Entonces, ¿qué más hay que hacer, suicidarse?» Sin embargo, si algo me ilumina desde la distancia, si, a través de las nubes, irrumpe un pequeño rayo de Luz, no tengo necesidad de nada más.
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Del Kab.TV «Babilonia ayer y hoy» del 8/27/14

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