Y “el que tiene cien quiere doscientos”, se dice que “Uno no muere con la mitad de sus deseos en la mano” (Baal HaSulam, El Estudio de las Diez Sefirot , parte 1, “Observación Interna”, Capítulo 4, artículo 21).
Estamos hechos de tal forma que siempre corremos por una doble recompensa, que nos llama desde lejos y morimos sin alcanzarla. La gente muere sin obtener ni la mitad de lo que deseaba.
Sufren de ambas formas: del dolor del aumento de movimiento y del dolor de la deficiencia de posesiones. Sufren tanto por el hecho de que tienen que moverse todo el tiempo y buscar algo, como por el hecho de que no están satisfechos.
Esta es nuestra vida. En cualquier caso estamos constantemente corriendo, luchando por algo y no podemos detenernos. No importa qué acciones tomemos, seguiremos estando doblemente vacíos.
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