El final del desarrollo del egoísmo

Siempre hemos sido empujados hacia adelante de forma egoísta por la naturaleza; siempre la hemos seguido a ciegas; en otras palabras, fuimos empujados hacia adelante de forma instintiva mediante nuestro deseo de continuar satisfaciéndonos, y al seguir manifestándose en nosotros, nos esforzamos por la riqueza, la fama, el poder, el conocimiento, por todo.

Como resultado, hemos alcanzado cierta saciedad, y nuestro egoísmo ha llegado a un callejón sin salida; ya ni siquiera podemos decir que continúa creciendo. Por una parte, existe una cierta línea de reevaluación de nuestros valores: «¿Está bien continuar esforzándonos por el alcance de la fama, el conocimiento, la riqueza, y el poder? ¿Es este el significado de nuestro desarrollo?»

Por otra parte, vemos que nuestra dependencia mutua nos fuerza a introducir algunas otras fórmulas internacionales que deben tomar en cuenta nuestra interdependencia, en otras palabras, si yo sufro, tú también sufrirás, no importa cuán egoísta aparente ser por ahora. Incluso hoy, yo todavía trato de construir mi felicidad con base en la supresión de otros, basando mi poder en ser más fuerte que otros, y en reunir más que otros.

Sin embargo, la misma Europa es un brillante ejemplo de cómo la interdependencia mutua determina los destinos de todos en la actualidad, y es imposible sólo desconectar un país de la Unión Europea, no importa cuánto podamos desear que eso suceda. Tal vez los economistas aún no terminan de darse cuenta de esto. No podemos desconectarnos de todo el mundo.

Esta dependencia existe dentro de la naturaleza en realidad, dentro de las conexiones internas entre nosotros. Y la economía, que sólo representa nuestras relaciones egoístas externas, ya no puede describirlas de la misma forma que antes: qué te doy a ti, qué me das a mí, un porcentaje por un porcentaje, etc. La industria, el comercio internacional, y las relaciones internacionales ya no pueden continuar desarrollándose de la misma manera.

Debemos tomar en cuenta la integración del mundo. Y si no estamos en correspondencia con esta integración, no seremos capaces de entender la manera en que debemos avanzar de acuerdo con el mundo y la naturaleza. Hoy sentimos el desafío de la naturaleza, su presión sobre nosotros con el sólo propósito de hacer que comencemos gradualmente a cambiarnos para llegar a ser como ella. Esto nunca ha sucedido antes.

Si lo viéramos desde una perspectiva ontológica, veríamos que la naturaleza siempre nos ha empujado hacia el desarrollo egoísta. Y ahora, por el contrario, nos está mostrando que el desarrollo egoísta ha llegado a su fin; en otras palabras, hemos finalizado nuestro desarrollo de los niveles inanimado, vegetativo, y animado, en los que éramos empujados de forma instintiva por la naturaleza; es por eso que este nivel de desarrollo humano es llamado animado.

Pero ahora debemos comenzar a desarrollar el nivel «humano», en el que entendemos y percibimos el mundo que nos rodea, hasta el punto de cambiar nosotros mismos para adaptarnos a este. Ni el mundo ni la naturaleza nos están forzando a cambiar de forma instintiva, evocando esos deseos en nosotros, los cuales nos forzaron a construir una sociedad, economía, tecnología, etc.: Esto ya no existe hoy.

Obviamente, el siguiente nivel de nuestro desarrollo es cuando la naturaleza se muestre ante nosotros de una manera nueva, integral, de la manera en que es en realidad: Todo está interconectado en ella y sólo existe la naturaleza. Pero nosotros, al ser sus componentes, no estamos en correspondencia con ella, y debemos llegar a la misma forma integral en la estructura de nuestra sociedad: en la política, la economía, las finanzas, en todo.

(77435 – Del Kab.tv de «Crisis global – Déficit de recursos» del 1 de Marzo del 2012)

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