El Libro del Zohar – Capítulo “Elevando una plegaria” -1

El Libro del Zohar Capítulo «Elevando una plegaria» -1

El Zohar habla sobre la plegaria que cada persona ofrece a su Creador.  Esta acción interna del hombre constituye su trabajo más grande y valioso cuando realiza esfuerzos para el Creador.

Podemos cambiar únicamente bajo de la Luz del Creador, recibiendo Sus cualidades de Él.  Por lo tanto, nuestra tarea es cultivar el deseo de transformarnos.  Tan pronto este deseo aparece dentro del hombre, el Creador de inmediato le dará la fuerza necesaria para su realización.  Así pues el problema no está en cómo se realiza la plegaria, sino más bien cómo se llega a ella formulando una petición de fortaleza para  ser como Creador.

Una plegaria es una sensación, un deseo dentro de nuestro corazón.  Una persona no está completamente consciente de ello y no puede describirlo, pues la sensación dentro de nuestro corazón no está sujeta a ningún control y corrección consciente: no puede crearse por nuestra propia voluntad.

Alguien que observa los Mandamientos porque tiene fe en la recompense y el castigo,  cree en el Creador, Su Torá y Su Gobierno, pero simplemente lo utiliza para su propio beneficio. Alguien que observa los Mandamientos con esta intención y permanece así toda su vida, no crece espiritualmente.  Alguien que no crece en nuestro mundo, se le llama «inanimado», puesto que dividimos toda la naturaleza en los siguientes niveles: inanimado, vegetal, animado y parlante (humano).  En consecuencia a estas personas se les considera como espiritualmente inanimadas (Domem de Kedusha), pero ya son «espiritualmente» inanimados, en contraste a aquellos que observan mecánicamente por hábito.

En Cabalá, la palabra «cuerpo» implica deseo.  El deseo o un cuerpo puede ser egoísta o espiritual (altruista). El paso gradual del cuerpo egoísta y su reemplazo con el altruismo se llama «el nacimiento espiritual».

El crecimiento del hombre se designa por una creciente intención de observar los Mandamientos sólo porque este es el deseo del Creador.  El hombre los observa sólo por el Creador, desinteresadamente, como si no se le fuera a dar recompensa alguna a cambio, ni siquiera bajo la forma de satisfacción propia.  Es como si el Creador no conociera quien llena Su deseo, como si el hombre mismo no estuviera seguro si observa o no los Mandamientos.  Sin embargo, lo hace porque es la voluntad del Creador.

Una parte esencial de nuestro ascenso espiritual es un proceso especial que requiere que, al descubrir maldad en nuestro interior, le pidamos al Creador que nos conceda la fortaleza de vencer esa maldad. Entonces recibimos la fortaleza bajo la forma de una Luz espiritual.  Esto continúa hasta que realmente llegamos al nivel original y tamaño de nuestra alma.  En este punto, nuestro egoísmo se halla completamente corregido y lleno de Luz.

Cuando se nos distrae con pensamientos externos, sentimos que los pensamientos obstruyen nuestro alcance espiritual, porque nuestra fuerza y nuestra mente se distraen en preocupaciones externas, mientras nuestros corazones se llenan de deseos banales.  En momentos como estos, perdemos la fe en el hecho que sólo la Cabalá tiene la vida verdadera

Una vez que vencemos esta condición, salimos de nuestro estado y nos movemos hacia la Luz, recibiendo una Luz más Elevada que nos ayuda a ascender más todavía. De esta forma, nuestros pensamientos externos nos ayudan en nuestro avance espiritual.  Podemos vencer obstáculos sólo con la ayuda del Creador, puesto que el hombre puede trabajar en algo sólo si percibe algún beneficio personal en la tarea.

Sin embargo, nuestros cuerpos, corazones e intelectos no comprenden qué beneficio puede resultar del altruismo.  En consecuencia, tan pronto como intentamos hacer hasta el más leve movimiento altruista, perdemos toda la fuerza de la mente, del corazón y del cuerpo.  No nos queda nada sino volvernos al Creador y pedirle Su ayuda.  De esta forma, sin desearlo y sin libre elección avanzamos hacia el Creador hasta que nos unimos con Él totalmente.

La parte más baja del objeto espiritual Elevado se encuentra dentro de la mitad Superior del objeto espiritual inferior (GE de Elión están dentro AHP de Tajton).  En el objeto inferior, la pantalla se encuentra en el área del ojo (Masaj ve Nikvey Einaim).  A esto se le conoce como «ceguera espiritual», (Stimat Einaim) porque en tal estado aun un objeto Elevado tiene sólo una mitad: GE.  En consecuencia, resulta que la pantalla del objeto espiritual inferior oculta parte del objeto espiritual Elevado

El objeto espiritual Elevado baja su pantalla hasta el inferior y entonces se revela al objeto inferior que a su vez empieza a ver al objeto Elevado como el Elevado se ve a sí mismo.  Como resultado, el objeto inferior recibe el estado de plenitud (Gadlut).  El objeto inferior entonces ve que el Elevado está en un estado «grande» y se da cuenta que el ocultamiento del objeto Elevado y su aparente manifestación en un estado «pequeño» (Katnut)  se debió exclusivamente para beneficiar al inferior. De esta forma, el objeto inferior podía tomar consciencia de la importancia del Elevado.

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