El Libro del Zohar – Capítulo “La intención en la oración”

El Libro del Zohar – Capítulo «La intención en la oración» (Abreviado)

«Cada día una voz clama a todas las personas en el mundo, ‘Esto depende de ti. Separa una parte de ti mismo y dedícala al Creador.'» En algún momento de la vida, toda persona tiene pensamientos y deseos de acercarse a la espiritualidad y depende de nosotros si queremos hacer caso de este llamado interior.

Para corregirse, el hombre necesita recibir la fortaleza que existe fuera de él, más allá de los límites de su egoísmo. Por consiguiente, todos los esfuerzos del hombre aspiran a crear únicamente este deseo verdadero dentro de él, sentir al Creador.

En la espiritualidad (y, por consiguiente, en la corporalidad) una persona puede encontrarse en tres estados, acostado, sentado o de pié. Un bebé recién nacido en este mundo y un recién nacido en la espiritualidad se desarrollan en el mismo orden. Acostado, significa que la postura de la cabeza, las piernas y el cuerpo se encuentran en el mismo nivel. En la espiritualidad, esto corresponde al estado del embrión en que todo lo que existe en las diez Sefirot es lo mismo. Este es el estado espiritual más bajo.

Estar sentado significa que la cabeza está por arriba del cuerpo y el cuerpo está arriba de las piernas, pero no se pueden utilizar las piernas. Este estado se llama Katnut (pequeñez) o VAJ. Estar de pié implica una distinción absoluta entre los niveles de la cabeza, el cuerpo y las piernas. Se llama Gadlut (grandeza) o GAR. Por lo tanto, dependiendo de la habilidad del hombre para pedir la corrección, gradualmente recibe la fuerza del Creador y crece.

El «tiempo del deseo» es un estado apropiado para hacer peticiones y recibir la respuesta, la fortaleza para la auto-corrección. El Rey y la Reina son ZA y Maljut. Cada bendición constituye una secuencia de correcciones individuales al alma del hombre.

Por consiguiente, el hombre asciende a un nivel espiritual más Elevado. Por tanto, gradualmente alcanza la Unidad Excelsa con el Creador.

Aunque a la Cabalá se le considere una enseñanza secreta, no contiene secreto alguno. La perciben como un secreto sólo aquellos que no pueden crear órganos espirituales dentro de sí mismos con los que pudieran percibir lo que los rodea. Somos nosotros los únicos que ocultamos lo que nos rodea de nosotros mismos por falta de los órganos sensoriales correspondientes.

Tan pronto como el alma se despega del egoísmo por completo, se fusiona totalmente con el Creador y ya no se le obliga a descender a este mundo, vestirse en un cuerpo físico y recibir una porción suplementaria de deseos egoístas. Un sacrificio para el Creador significa rechazo de los deseos egoístas del cuerpo; se le llama «un sacrificio», pues nuestro cuerpo no se diferencia del de un animal. Por consiguiente, la aspiración de deshacerse del cuerpo animado y sus deseos se llama «un sacrificio».

Todos los personajes descritos en el Zohar son objetos espirituales, Partzufim. Por lo tanto, se dice que el sabio (Jajam) ve sólo para él mismo, de él mismo hacia arriba y no puede pasar la Luz a otros abajo.

Por consiguiente se dice que la sabiduría se encuentra dentro del corazón, pues el corazón recibe desde abajo hacia arriba, mientras que quien entiende (la Sefira Yesod, Tzadik, el justo) brilla con la Luz de la Misericordia, Or jasadim, de Arriba hacia abajo. Él percibe que recibe para sí mismo y brilla sobre los demás, esto es, brilla sobre Maljut, como está escrito, «Los justos conocen su alma animada.»

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