El Mundo en la Balanza de la Justificación

El hombre olvida que siempre está de pie ante la Luz, ante el Creador, el bien que hace el bien sin ningún tipo de limitaciones. Y todas las limitaciones, obstáculos, interferencias, distancia, y ocultamiento, existen en el hombre mismo. Todo lo que él tiene que hacer es quitarse esta cubierta, destruir el obstáculo, y ésta desaparecerá. Todas las molestias que existen en el hombre son la consecuencia de la pereza y el orgullo que son colocados como un obstáculo ante él por su arruinado deseo egoísta. Nosotros tenemos que entender que si la Luz superior lo llena todo, entonces todas las molestias sólo vienen de nosotros.

Si la persona realmente llega a desear deshacerse de una molestia por medio del entorno (es decir, del maestro, los libros, los amigos, el grupo, y de todo el trabajo que viene con estos), esto significa que realmente ella se cancela. Esto se debe a que sus esfuerzos se convierten en una pantalla y la Luz reflejada. La molestia fue causada por la ausencia de la pantalla y de la Luz reflejada, y que esta apareció en el hombre como resultado de la ruptura. Cada uno de nuestros estados proviene de la ruptura, porque no hay nada en nosotros aparte del deseo egoísta roto que pinta en nuestras cualidades arruinadas una imagen distorsionada de las diversas imágenes y formas, sensaciones, opiniones, pensamientos y deseos, esta imagen distorsionada la llamamos las cosas «este mundo«.

Pero en el momento en que queremos superar esta ruptura, nosotros entendemos que estamos experimentando todo esto dentro de nuestro deseo arruinado, el cual debe ser volteado al revés. No necesitamos nada además de este deseo de voltearlo al revés. Se trata de una demanda llamada oración, súplica, grito, con respecto a lo cual está escrito: «Mis hijos me han vencido», porque ellos han obligado al Creador a cambiar esta sensación y esta visión deformadas en las verdaderas.

Y tan pronto como nosotros nos inclinamos hacia la corrección, inclinamos nuestro mundo entero hacia la justificación, y éste se invierte. Creemos que el Creador lo hace, pero realmente lo hacemos con nuestras propias manos. La Luz siempre está en reposo absoluto y está siempre dispuesta a ayudarnos a hacer algo. Todo depende de si seremos capaces de evocarla y obligarla a hacer esto.

Es por eso que tenemos que decir: «¡Nadie me ayudará sino solo yo!», porque todo está en manos de la persona: la chispa espiritual, el deseo corregido, y el entorno que debe ser organizado de tal manera que represente un sistema de valores propios, una escala de prioridades. Y con todo esto, la persona será capaz de avanzar y de exigir la corrección que proviene de la Luz, de la fuente que será revelada en el momento que la persona realmente lo desee.

Por un lado, está escrito que el Creador lo hace todo. Pero por otro lado, está escrito que todo depende de la persona. Y en realidad, todo lo hace la Luz superior, la fuerza superior, pero sólo a petición de la persona. Incluso cuando sufrimos hoy en día y parece que queremos librarnos del sufrimiento, en realidad, no queremos ser libres de esto. Si de verdad lo quisiéramos, habríamos terminado hace mucho tiempo con todo el sufrimiento.

En otras palabras, la Luz, el Creador, realizan todas las acciones, pero el hombre toma la decisión con respecto a estas acciones. Está escrito, «Él trabajó y encontró», esto no ocurre de ninguna otra manera. Por esta razón, es necesario entender que todas las herramientas son conocidas y el lugar de análisis está claro. También es necesario analizar la intención que uno tiene, la dirección del pensamiento, y la meta. Y cuando la persona hace los análisis correctos, utiliza de la forma correcta su entorno y todas las herramientas dadas, entonces la Luz superior está dispuesta a hacer esta acción en el momento en el que aparece ese deseo en el hombre.
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De la 1º parte de la Lección Diaria de Cabalá del 6/27/12, Escritos de Baal HaSulam, Igrot, «Carta 34»

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