Haaretz: «Conexión: algo nuevo en el menú Seder»

En mi columna regular en Haaretz, mi nuevo artículo: «Conexión: algo nuevo en el menú Seder«

Este año, mientras nos sentamos a la mesa durante Seder y hablamos de libertad, hablemos de liberarnos del odio

Mientras más avanza el 2017, más caótico aparece el mundo. Hoy, en lo único que la mayoría de la gente puede estar de acuerdo es que el tren de la sociedad humana está a la deriva y que el asiento del conductor está vacío.

Donald Trump está luchando para poner en marcha su administración contra los leales al anterior gobierno, en los medios y en el sistema judicial. Incluso en su propio partido, Trump está luchando contra las críticas que suenan como si vinieran directamente de un discurso de Bernie Sanders. En Europa, el Reino Unido ha iniciado el proceso Brexit, nadie está seguro de los resultados de la ruptura ni tampoco hay seguridad de la dirección deseada para la UE.

Poniendo la mesa de Seder de Pesaj

Hoy, la mayoría de los líderes y los eurodiputados de la Unión Europea están de acuerdo en que el bloque perdió el camino. ‘Necesitamos una nueva dirección para Europa, pues va hacia un fuerte problema social’, dijo Rosa D’Amato. ‘Hay, una UE de bancos, grandes empresas y lobbies y otra de ciudadanos; que perdieron su trabajo y no tienen derechos’.

Parece que la tendencia principal en la arena política es ‘cada país para sí mismo’. Brexit está en marcha, la política de Trump es ‘América primero’, Marine Le Pen en Francia y AfD en Alemania ganan apoyo y la mayoría de los suecos están con Swexit. Sin embargo, si la UE se desmorona y cada país debe defenderse por sí mismo, ¿quién será el adulto responsable que calme las cosas cuando surjan conflictos? En tal estado, la distancia entre una disputa relativamente menor y una guerra total podría ser cuestión de días.

La naturaleza VS la naturaleza humana

Dennis Gabor, premio Nobel de física escribió en 1964: ‘Hasta ahora el hombre se ha enfrentado a la naturaleza; de ahora en adelante estará en contra de su propia naturaleza’. De hecho, durante varias décadas, tecnológicamente hemos podido cubrir las necesidades básicas de cada ser humano. Si hubiéramos querido podríamos haber dado a todos comida y agua fresca, salud adecuado, electricidad, comunicación y educación.

El problema es que no deseamos hacerlo. Nuestro odio mutuo está causando que la era de la historia de la humanidad más avanzada tecnológicamente, produzca el hambre más generalizada desde la Segunda Guerra Mundial, que en sí misma fue la manifestación más satánica del odio humano.

Todo lo que nos rodea, incluido nuestro propio cuerpo, es el resultado de fuerzas, órganos y vectores diferentes, a menudo en conflicto, que se complementan para crear el universo en el que vivimos y del que formamos parte. Cada pieza de la red que es nuestro mundo, aporta su parte a la estabilidad y prosperidad del sistema. Por otra parte, mientras más arriba de la cadena evolutiva estemos, el sistema de interconexión e interdependencia que encontramos es más complejo, requiere un mayor nivel de comunicación y conexión entre las partes.

Sin embargo, los seres humanos somos totalmente opuestos a la naturaleza. Nos esforzamos por apartarnos de todo, como si no dependiéramos del mundo que nos rodea. En cada nivel de la existencia humana, nos esforzamos por crear ‘Brexits. Incluso nuestra salud se ve afectada por nuestra mutua aversión. En una entrevista para el Canal 2 de Israel, Thomas Friedman, del New York Times, dijo que le preguntó al cirujano general Vivek Murthy: ‘¿Cuál es la enfermedad más frecuente en EUA, cáncer, diabetes o enfermedades del corazón? Contestó: Ninguna de esas; ¡es aislamiento!’

Resulta que nuestra alienación, causa crisis personales, sociales y globales, pues va en contra de la conexión de la naturaleza con la realidad. De hecho, esa tensión entre nuestro alienación y narcisismo contra la conexión de la realidad es tan intensa que, con toda probabilidad, se debería haber roto ya. Vemos que la ola mundial de terrorismo es una tragedia, pero a pesar de sus consecuencias trágicas, el terrorismo es una manera de desahogar el odio étnico y religioso de forma menos perjudicial que una guerra. Sin embargo, este tipo de ‘válvula de alivio’ es insoportable y, a menos que nos activemos para descomprimir esta bomba de tiempo, explotará en una guerra total.

Mientras más nos desarrollamos, nos volvemos más interdependientes y conectados. Irónicamente, nuestro narcisismo está conduciendo la globalización aún más rápido, porque nos hace querer explotar a cada uno en beneficio propio y por lo tanto, nos obliga a conectar con otros aún más vigorosamente que antes, para usarlos. Sin embargo, puesto que nuestro narcisismo también crece, nuestra conexión forzada se vuelve tan dolorosa que nos hace perder la capacidad de conectarnos correctamente. O evitamos la conexión por suicidio o abuso de sustancias o lo atacamos siendo abusivo, agresivo y a veces, incluso homicida.

Los Brexits que hierven en el mundo son ajustes necesarios para aliviar la presión de nuestra conexión forzada. Romano Prodi, ex primer ministro italiano, dijo correctamente que ‘la UE no tiene estrategias y no hay líder a seguir. La Europa con la que soñé está muerta’. También tiene razón al decir: ‘Quien dirige una coalición política y un grupo de países debe considerar los intereses de todos los miembros’. Dado que esta consideración claramente no es la situación en la UE, Debe ser demolida antes de que explotemos.

Responsabilidad mutua

A pesar de la necesidad de una separación temporal, al final tendremos que unirnos al curso de la naturaleza y conectarnos. La conexión adecuada será el siguiente gran desafío de la humanidad. Nuestra ‘última frontera’ no es el espacio, como se pensó en los años sesenta. Nuestra última frontera es nuestra relación con la gente con la que vivimos. La conexiones con la gente que nos rodea y la conexión entre sociedades y países determinarán el destino de la humanidad.

El primer paso hacia la construcción de una sociedad sostenible es entender que nos guste o no, hay responsabilidad mutua entre nosotros. En la década de 1930, el más importante comentarista de El libro del Zohar, Rav Yehuda Ashlag, escribió el ensayo Paz en el mundo, donde observó que somos interdependientes. En sus palabras: ‘Ya no podemos hablar ni tratar sólo con conductas que garanticen el bienestar de un país o una nación, sino del bienestar del mundo entero porque el beneficio o daño de cada persona en el mundo depende y se mide por el beneficio de todos’. Lo que fue verdad en la década de 1930, lo es mucho más hoy, pero aún no llegamos a un acuerdo con el hecho de que la dependencia mutua implica responsabilidad mutua.

De hecho, el fundamento del judaísmo es educar a la gente hacia la conexión. Ahora que nos acercamos a Pesaj, es un buen momento para recordarnos que fuimos declarados nación, hasta después de que acordamos unirnos ‘como un hombre con un corazón’.

A lo largo de los años que nos integramos como nación, nos esforzamos por mejorar nuestra conexión por encima del odio que estalló entre nosotros. Convertimos la conexión por encima del odio, en una ideología que ha sobrevivido a través de las generaciones. El rey Salomón dijo: ‘El odio agita la contienda y el amor cubre todos los crímenes’ (Proverbios 10:12). También, el libro Likutey Etzot (Consejos varios) dice: ‘La esencia de la paz es conectar dos opuestos. Por lo tanto, no se alarmen si ven a una persona cuya opinión es completamente opuesta a la suya y piensen que nunca podrán hacer la paz con ella. Además, cuando veas dos personas completamente opuestas entre sí, no digas que es imposible hacer la paz entre ellas. Por el contrario, la esencia de la paz es tratar de hacer la paz entre contrarios’. El libro Cartas del Raiah declara; ‘La gran regla en la guerra de opiniones, cuando cada una contradice a otra, es que no debemos contradecir, sino construir por encima y ascender’. Finalmente, el pasado año, Andrés Spokoiny, presidente y director general de Jewish Funders Network dijo: ‘El respeto y el desacuerdo han sido históricamente parte importante de lo que somos. Somos un pueblo que cree que el desacuerdo es una forma de refinar nuestra brújula moral. Somos la gente que enseñó al mundo a abrazar la diversidad y a celebrar la diferencia’.

A la vanguardia de la conexión

Recientemente, como señaló también el Spokoiny, en su discurso, hemos visto ‘una polarización sin precedentes y fealdad en la comunidad judía. Aquellos que piensan diferente son considerados enemigos o traidores y los que no están de acuerdo con nosotros son demonizados’.

Una vez que entendamos que nuestro problema es nuestra separación y odio mutuo, debemos esforzarnos hacia lo contrario. Cuando los judíos se unieron al pie del monte. Sinai, inmediatamente se nos encargó dar ejemplo de unidad para que el mundo también pudiera unirse. En otras palabras, se nos ordenó ser ‘luz para las naciones’. No sabíamos cómo, pero estábamos dispuestos a intentarlo. Esto es todo lo que hoy se requiere de nosotros.

Del mismo modo, en el ensayo que mencioné antes,  Paz en el mundo, Rav Ashlag escribe que no sabremos cómo conectarnos hasta que lo intentemos. En sus palabras: Esa es la conducta del desarrollo en la naturaleza; el acto llega antes que el entendimiento y sólo las acciones probarán y empujarán a la humanidad hacia delante’.

Nosotros, los judíos, estamos a la vanguardia de ciencia, tecnología y finanzas. Sin embargo, lo que el mundo necesita es que estemos a la vanguardia de la conexión. Como dijo Spokoiny, ‘El colapso de la civilidad no es sólo problema judío. Nosotros como judíos somos como todos los demás, sólo un poco más’. Sin embargo, sólo de nosotros como judíos se espera que seamos modelo de unidad y civilidad y no ejemplo de lo contrario. La gravedad con que la ONU juzga a Israel en comparación con los demás países del mundo combinados, no es sólo expresión de antisemitismo. Debajo del odio está la esperanza de que los judíos sean ‘luz para las naciones’, es decir, conducir al mundo en la dirección opuesta, del odio al amor. Cuando esa expectativa se encuentra con la dura realidad de nuestra separación, se traduce en ira hacia nosotros, que luego se convierte en odio. Lo llamamos antisemitismo. Lo importante no es si somos globalizadores izquierdistas, aislacionistas o conservadores de línea dura. Sino, su combustible es cómo tratamos a nuestros correligionarios, independientemente de sus opiniones políticas o económicas.

Debemos aprovechar todas las oportunidades de que disponemos para intentar invertir la tendencia hacia el aislamiento. La próxima semana, cuando nos sentemos en la mesa durante Seder y hablemos de libertad, discutamos de la liberación del odio. Pensemos realmente en lo que significa ser ‘luz para las naciones’ y del porqué del antisemitismo. Si lo hacemos, nuestra noche de Pascua puede muy bien ser ¡la más importante y memorable!

El pasado mes, el presidente de la UE, Antonio Tajani, declaró ante el Parlamento de la UE: ‘Hoy más que nunca necesitamos demostrar que estos retos sólo pueden superarse si estamos unidos». Todos entienden que la unidad es imperativa, pero sólo nuestra nación tiene la clave oculta para hacer que el amor cubrir todos los crímenes, como dijo el rey Salomón. Si ‘el acto llega antes que el entendimiento’, como escribió Ashlag, entonces actuemos sobre la unidad y veamos lo que produce. Pase lo que pase, si aspiramos a la unidad, no podemos equivocarnos.
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