Igualdad para la meta final

Si mi meta es la conexión, yo veo todo en el mundo como fragmentos de la ruptura que se han apartado sólo de mí, para que yo sea capaz de recogerlos y volver a ponerlos juntos de nuevo. Las partículas no tienen que ser idénticas para conectarse. ¡Por el contrario, tienen que ser diferentes!

Si hay un más (+) en un lugar y un menos (-) en otro, si hay más aquí y menosallá, entonces hay una conexión entre las partes. El grande puede darle al pequeño, y el pequeño puede recibir del grande. Si ambos son perfectamente iguales, ¿qué serán capaces de darse el uno al otro, cómo podrán conectarse?

¡Es la igualdad la que lleva al desapego! Entonces, ¿cómo podemos lograr la igualdad en general? Aquí comenzamos a entender que el concepto de igualdad no se refiere a los atributos, pensamientos, deseos o acciones idénticas, sino que se expresa en el alcance  de la meta. Es debido a la meta que nos conectamos y en cuanto a ella, todos somos iguales.

Nunca seremos capaces de ser iguales si no nos conectamos con el Creador y no lo consideramos como nuestra meta. Por lo tanto, yo empiezo a reclutar fuerzas, a averiguar para qué es el método de conexión, a buscar formas de conectarme con los demás; yo examino todo lo que pasa en el mundo como una oportunidad que se me da en cada momento para elevarme por encima de mi ego, por encima de las fuerzas de separación, y alcanzar la conexión general.

Nosotros podemos conectarnos como iguales sólo cuando el Creador está entre nosotros y es la meta de nuestra conexión. Por lo tanto, se nos dice que la condición de: «Israel, la Torá, y el Creador son uno», determina la dirección correcta para la corrección.

Al querer conectarnos y alcanzar la plena igualdad, pero al mismo tiempo mantener la singularidad de cada uno y sus atributos propios individuales, nos conectamos como un solo cuerpo. El Creador, la Luz superior, tiene que dar esta vida al cuerpo según la ley de la equivalencia de forma.

Muchos deseos se conectan en un cuerpo espiritual, en un Partzuf, bajo un Masaj (pantalla), con el fin de crear una adhesión general con la única Luz. Entonces hay Zivug de Haka’a (acoplamiento de golpe) con la Luz en la cabeza del Partzuf y se crea la formación llamada el «alma» (Neshamá). Al mismo tiempo, todas las partículas individuales mantienen su singularidad natural en sus pensamientos y deseos y funcionan como órganos de un cuerpo, mientras que todos hacen su trabajo y se conectan con otros para alcanzar el objetivo general, la vida espiritual. Esta vida es la equivalencia y la adhesión con la Luz.

Aquí se activa la fórmula de «el amor cubrirá todos los pecados». Los pecados permanecen, se mantienen las diferencias entre nosotros, y con base en esto, todos juzgan y se justifican a sí mismos. Por supuesto, uno acusa a los demás, ya que «juzga de acuerdo a sus propios defectos». Pero por conexión entendemos que todas las diferencias entre nosotros realmente nos ayudan a alcanzar una mayor conexión entre nosotros, si podemos cumplir con la conexión en un nivel más alto al elevarnos por encima de todas las diferencias.

Si tan solo borramos las diferencias entre nosotros, no tendremos ninguna base para la conexión, no tendremos nada que darnos unos a los otros. Todos deben darles a los demás, al aparecer como «menos» (-) en relación al «más» (+) y recibir de los demás como un menos que recibe de un más.

¡Esto significa que todos somos diferentes! Pero si lo hacemos bajo un «paraguas de amor», entonces todos resultamos iguales. Cuando un bebé le sonríe a su madre, ella está dispuesta a darle el mundo entero. Se nos dice que «el amor cubrirá todos los pecados», y si hay amor, entonces éste nos une a todos en una red. Lo cual significa que nos conectamos por encima de todas las brechas por una causa y la alcanzamos.

Este es el método que fue preparado para nosotros por la Luz, por medio de muchas acciones preliminares. La Luz creó el deseo y trabaja en él, reduciéndolo y haciéndolo pasar por todos los grados, al romperlo y crear los mundos de BYA de Santidad y de impureza y el «primer hombre» Adam, que también está hecho pedazos.

Sólo hoy, en esta nueva era en la que toda la humanidad se encuentra, comenzamos la corrección del mundo para que en vez de un mundo terrible y aterrador, cuya creciente enfermedad y corrupción se revelan día a día, veamos ante nosotros el mundo de Ein Sof (Infinito).

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