La estable situación financiera en Estados Unidos es engañosa

deceptiveRecibí una pregunta: Yo no lo entiendo cuando usted dice que hay una crisis. En Detroit, por ejemplo, aunque las fábricas han cerrado y dejaron de manufacturar automóviles, las personas empezaron a cultivar sus propias coles y legumbres en los lotes baldíos de la ciudad. Se han acostumbrado a las nuevas condiciones y se han adaptado. ¿Entonces, por qué usted dice que hay una crisis?

Mi respuesta: La gente experimenta una falsa sensación de calma que ha sido «fabricada» con el consentimiento de los bancos y otros sistemas. Todo se lleva a cabo para salvar la imagen del Presidente Obama, ya que acaba de llegar al poder. Se está ocultando la crisis actual con medios artificiales pero no tardará mucho en que se presente la siguiente crisis.

¿Qué significa realmente que la gente se haya acostumbrado a la situación y estén cultivando sus legumbres? Las noticias incluso informarán que la esposa del presidente cultiva sus legumbres en la Casa Blanca. Se trata de publicidad engañosa muy ingeniosa, cuya finalidad es hacernos creer que todo regresa a la normalidad. Sin embargo, la realidad es que no hay nada que pueda hacerse con la crisis y nadie sabe cómo detenerla. Lo único que las personas pueden hacer es silenciarla por el momento.

Y eso es lo que están haciendo: se está imprimiendo más dinero y la deuda nacional sigue aumentando. Pero la gente en el poder no puede seguir así mucho tiempo. Las personas pronto verán la verdad y se darán cuenta que ni siquiera hemos entrado a la crisis verdadera. Todo lo que ha ocurrido hasta ahora no es la verdadera crisis; todavía está por llegar. Hasta ahora nuestros problemas no han sido sino burbujas creadas por la industria financiera, que continúan creciendo cada vez más.

Lo único que resta por hacer es dejar que los acontecimientos se vayan dando y bajar nuestro estándar de vida poco a poco en un esfuerzo para prevenir que la crisis nos golpee abruptamente, con un revés terrible y repentino que traerá la guerra y la destrucción. La gente puede acostumbrarse a lo que sea: por ejemplo, a trabajar un solo día a la semana y ganar una cuarta parte de sus antiguos salarios. Lo que no debería ocurrir es vernos atravesados por un golpe potente y en lugar de eso ir templándose lentamente. No hay nadie que sepa cómo evitar enteramente la caída que viene. A todo mundo le queda claro que las medidas que se están tomando ahora son como festejar durante una plaga, y que a la larga, tendremos que pagar por todo.

El hecho es que las corporaciones no están produciendo nada y continúan los despidos. Todo se va cuesta abajo. Sin embargo, todavía seguimos contemplando una película de prosperidad como si fuera la vitrina de una tienda que se ve tan atractiva como siempre y hasta más. Sin embargo, adentro, todos los productos ya caducaron hace un buen rato. La gente no puede llevar alimentos a la mesa con lo que ganan y todo depende de una deuda que va en aumento.

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