Si nos liberamos de las actividades superfluas y ajenas que no se relacionan a la corrección de las relaciones entre las personas, haremos lo que es necesario. Esta es la única acción en la que podemos ejercer nuestro libre albedrío y veríamos precisamente lo que necesitamos hacer y lo que debemos corregir de nosotros.
Esta es solamente una porción reducida, pero debe quedarle claro a cada persona que es allí en donde reside el punto central de nuestra elección. Si corregimos nuestras relaciones, alcanzaremos el fin de la corrección y la meta de la creación. Sin embargo, si no lo dejamos claro, no tendremos elección en nuestras acciones y permaneceremos como animales.
La Naturaleza nos mostrará nuestra corrupción en todos sus aspectos: en el estado de la economía, en los problemas de salud, el sistema de formación y educación de los niños y las relaciones familiares – en todas las formas de egoísmo que se encuentran en nosotros.
Si no corregimos las relaciones entre las personas, la Naturaleza presentará todo el resto de manera fracturada.
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Por primera vez en la historia tenemos las condiciones para ejercer nuestro libre albedrio