El gran desarrollo de la humanidad no le presta atención al universo, sin embargo este es el lugar donde podemos encontrar nuestras raíces. En los enormes espacios abiertos del universo, podríamos encontrar la fuerza, grandes cantidades de otros tipos de materia, la antimateria, y así sucesivamente.
Es claro que los humanos exploran el universo, pero no le dan a su investigación el suficiente peso porque están seguros de que nuestro futuro depende de quién es más fuerte, más rico, o más poderoso. Nuestro avance no está dirigido hacia la comprensión de la naturaleza en su plena revelación, ni fomenta el reconocimiento de nuestras deficiencias.
Yo asumo que el universo es el completo otorgamiento y que la fuerza de otorgamiento creó y organizó todo lo que existe. Por último, al combinarse ciertas fuerzas, el otorgamiento generó los niveles, el inanimado, vegetativo, animado y hablante de la naturaleza.
El universo sigue desarrollando la materia hacia un nivel especial cualitativamente nuevo, en el que la materia de repente se cuestiona sobre su fuerza que le dio su origen: «¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos?»
Sabemos que en el pensamiento que hay detrás de cualquier acción está en el resultado para el que estaba destinada la acción. Reaccionamos al resultado; sin embargo, nunca le prestamos la suficiente atención, ni asignamos la energía suficiente para aclarar qué es exactamente lo que está influyendo en nosotros.
Por otra parte, reconocemos que somos el resultado de la actividad de esta fuerza. Mientras exploramos la naturaleza humana, vemos claramente que no poseemos ninguna libre elección ni gozamos de libertad en cuanto a las acciones. Estamos supeditados a nuestros genes, instintos, cálculos sobre los beneficios y las pérdidas usando fórmulas primitivas.
Aquí está el problema: ¿Cómo podemos explorar el universo, su progreso y los procesos que experimentamos, si le dedicamos toda nuestra energía a otras cosas?
Uno de mis estudiantes trabaja en el Gran Colisionador de Hadrones en Suiza. Él me contó que en un primer momento, hubo interminables debates sobre si era bueno o no comenzar un enorme y costoso proyecto de este tipo. Sin embargo, el costo del Colisionador es equivalente al costo de mantener las tropas estadounidenses en Afganistán durante una semana.
Así que es obvio que no aplicamos el suficiente esfuerzo a explorar la naturaleza. Estoy realmente apesadumbrado por este estado de cosas. Si lo suficientemente bien conociéramos la naturaleza y difundiéramos el conocimiento a las masas mejor de lo que lo hacemos hoy, podríamos reconocer nuestras deficiencias. Queremos descubrir la falta de nuevas propiedades: las de otorgamiento.
Entonces, además del deseo de recibir que ya tenemos, también obtendríamos la fuerza de otorgamiento que nos permitiría explorar la naturaleza desde un nuevo ángulo.
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Del programa «Una nueva vida» del 3/02/14