Todo el orden de la ofrenda de sacrificio está descrito en detalle en la Torá, pero en realidad este proceso toma lugar dentro de la persona, en el mundo interior de uno. La preparación del sacrificio de animales, las ofrendas, y el trabajo del sacerdote (Cohen) dependen de la persona y del nivel espiritual de uno y de las intenciones asociadas con este nivel.
Pregunta: ¿Qué sucede exactamente cuando la persona ofrece un sacrificio al Creador?
Respuesta: Uno toma un deseo egoísta, «lo corta y lo erradica», como se nos dice: «Quien quiera vivir, tiene que matarse a sí mismo». Entonces, uno revive su deseo de vivir, en aras del otorgamiento. Esto es lo que llamamos «un sacrificio».
«Sacrificio» (קֻרְבַּן) significa «convergencia» (קרבה) con el Creador. La persona se acerca a Él, según el grado que incluso ella se alimente en aras del otorgamiento. Al ofrecer un sacrificio, uno se eleva del nivel de Israel (la intención directa hacia el Creador), al nivel de Levita y Cohen. En estos niveles, uno ofrece un sacrificio y lo recibe de regreso, pero ahora este tiene una intención altruista, es decir que uno corrige los deseos de recibir de uno y los convierte en otorgamiento. Uno «come carne» y «bebe vino», y al hacer esto, uno mismo se sacrifica en aras del Creador, así se acerca más a Él.
Estas acciones son descritas como sacrificio de animales y el quemado de su carne. Mientras que los Cohanim hacen este trabajo, los Levitas «cantan». Este es su trabajo concreto que realizan en los tres pasos llamados «Israel», «Cohanim» y «Levitas». Mientras asciende, la persona corrige su egoísmo, el «animal» en él, matándolo y preparándolo para recibir con el fin de dar. Esta imagen difiere de forma dramática de su descripción material… de la misma forma que en todos los mandamientos.
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