Newsmax: “Trump puede despertar a la nación declarando la emergencia de opioides”

El portal más extenso Newsmax publicó mi nuevo artículo “Trump puede despertar a la nación declarando la emergencia de opioides”

Cuando el presidente Donald Trump declare la crisis de opioides como una emergencia nacional, debe dar a su administración el poder de desviar más recursos, asignar más recursos humanos, y saltar algo de los trámites burocráticos. Declarar la emergencia nacional para atender una epidemia de adicción es un movimiento sin precedentes, ya que típicamente eso está reservado para emergencias de corto plazo como desastres naturales y ataques terroristas.

Aun así hay mucho debate acerca de si este movimiento ayudará en realidad para resolver un asunto tan complejo. Con 91 americanos que mueren por sobredosis de opioides cada día, este número ahora se ha cuadruplicado en menos de dos décadas, haciendo de los opioides el asesino número uno de estadounidenses menores de 50 años. Eso es más que las muertes por arma de fuego, accidentes de automóvil y el cáncer. Si alguna vez pensamos que sólo ciertas comunidades son afectadas, hoy está en todo el mapa.

Con el fin de atender la adicción de tal magnitud que crece rápidamente, no es suficiente equipar a los policías con naloxona, expandir la medicación controlada para los adictos, o abrir más centros de desintoxicación. Eso podría aliviar los síntomas de la crisis, pero no atiende la epidemia de adicción desde su raíz.

Es más, intentar responsabilizar a las compañías farmacéuticas es una batalla perdida desde el principio; ser severos con los doctores los presiona para que dejen de prescribir, llevando a los usuarios a buscar heroína en las calles mucho antes, como se mostró claramente en el caso de Florida; la así llamada “guerra contra las drogas” ha sido reconocida como un gran fracaso; y eso deja que algunos culpen a los mismos adictos, lo cual es como golpear al mensajero en lugar de leer el mensaje.

El mensaje que debemos escuchar es claro como el agua: debemos buscar los factores sociológicos que llevan a esta adicción a proporciones masivas. En otras palabras, tenemos que hacer preguntas más profundas como: “¿Qué hace que las personas en nuestra sociedad recurran a los opioides para empezar?” y, “¿qué no está haciendo nuestra sociedad para prevenir los números cada vez mayores de individuos que se vuelven adictos a los opioides?”

El anhelo por los opiáceos es un anhelo por conexión

Primero, es importante reconocer que la vasta mayoría de los que abusan de los opioides no comienzan a tomarlos por dolor físico genuino. En su lugar, en la mayoría de los casos, aquellos que abusan de los opioides recurren a ellos debido a un diferente tipo de dolor- un dolor emocional.

En todo nuestro cuerpo existen receptores de opioides, y están diseñados para equilibrar las emociones como el pánico y la ansiedad, en adición al dolor físico. Cuando eramos bebés, la leche que obteníamos de nuestra madre era rica en opioides, y cuando alguien nos da un abrazo hoy día, nuestro tallo cerebral genera opioides.

Muchos pueden sorprenderse de saber que, de la misma manera, el apoyo social, la confianza mutua, una relación romántica, una familia amorosa o incluso sólo una clima social seguro y positivo, todos generan una producción de opioides justo dentro de nuestro cuerpo. Por lo tanto, la necesidad de opioides está profundamente entrelazada con nuestro inherente programa para la conexión humana.

Con esto en mente, veamos lo que sucede hoy en día: Nuestra sociedad en realidad hace que las personas estén tan estresadas, ansiosas y solitarias que su sano suplemento natural de opioides simplemente no es suficiente. Para ponerlo en una simple ecuación social: generamos mucho más alienación, incertidumbre y estrés que seguridad, compasión y camaradería.

Por lo tanto, las masas de personas que recurren a los opioides artificiales pueden ser vistas como un contrapeso natural para una sociedad fuera de equilibrio.

Un llamado para despertar a la cultura americana

Trump afirmó que el mundo entero tiene un problema de drogas, no sólo América. Tiene razón en eso. Lo interesante acerca de la crisis de opiáceos es que es como si la naturaleza nos estuviera diciendo exactamente lo que necesitamos cambiar dentro de nuestra sociedad.

Esta crisis expone la profundamente interconectada naturaleza de la especie social llamada humanidad. Estamos conectados el uno con el otro hasta la médula, como células en un solo organismo, y de manera natural somos atraídos el uno al otro en aras de una sensación de apoyo y seguridad. Nuestra resiliencia tanto psicológica como biológica dependen de relaciones sanas y positivas dentro de nuestro entorno social. Y justo como células en un cuerpo, cuando perdemos contacto con el cuerpo como un todo, nos enfermamos y degeneramos hasta morir.

Sin embargo, esta crisis de drogas también se une a una lista de otros poderosos síntomas, todos convergen para mostrarnos que no podemos escapar a una masiva transformación de la cultura occidental. Tenemos que reconocer nuestra grave necesidad de conexiones humanas sanas y climas sociales positivos. Y tarde o temprano, tendremos que sanar activamente nuestra rota sociedad.

Con el fin de hacer eso, necesitamos aprovechar justo el mismo mecanismo del que actualmente abusamos -nuestro inherente programa para la conexión humana. Existe un método de talleres en círculo que proporciona interacciones sociales seguras y positivas. Debe ser introducido en lugares de trabajo, escuelas, centros de retiro, e incluso preescolares. Deben estar en nuestras pantallas de televisión y en todo el mundo virtual, para que cualquiera, mucho antes de recurrir al abuso de opioides, puede fácilmente encontrar una comunidad que lo apoye y que genere una conexión humana cálida.

Una vez que comencemos a hacer eso, las personas descubrirán la estimulación natural para cuya experiencia estamos diseñados sólo de estar positivamente conectados el uno al otro. Este tipo de estimulación no sólo resolverá la adicción a los opioides, nos sacará del estrecho prisma a través del cual vemos nuestra realidad social y nos dará el poder para proyectar el cómo dar nuevas formas a nuestras sociedades.  

Vivimos en una época donde la naturaleza del desarrollo humano nos obliga a profundizar nuestra conexión el uno con el otro y entrar a un nuevo nivel humano de experiencia. Mientras más nos retrasemos, más frustrados estaremos, y más avanzará la adicción. En su lugar, debemos abrir nuestros ojos para ver la gran oportunidad de progreso social que tenemos a la mano.
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