No entiendes El Zóhar. Punto.

Cuando leemos El Zóhar tenemos que entender dos cosas:

1) Que no entendemos nada. Esto es el resultado de nuestra oposición a este libro. El Zóhar nos muestra que nuestra naturaleza es opuesta a la naturaleza de los cabalistas que escribieron este libro.

2) Que necesitamos relacionarnos con este libro como a una “herramienta milagrosa”, la fuente de nuestra corrección y la corrección es lo único que debemos pedirle.

No necesitas pedir entenderlo. Aunque parezca que entiendo lo que se describe en el libro, como cuando está hablando sobre Partzufim y Sefirot, o Moisés, Abraham y Egipto, aunque las palabras parezcan familiares, o no, el hecho es que no lo entiendo. Las palabras de El Zóhar no significan lo que yo creo.

Hay dos formas de la naturaleza: la recepción y el otorgamiento, y ambas son descritas empleando las mismas palabras, símbolos y letras. Pero existe una gran diferencia en lo que hay realmente detrás de estos dos mundos – el mundo de la recepción y el mundo del otorgamiento. No hay nada en común entre ellos.

Por lo tanto, es inútil intentar entender e interpretar el texto de El Zóhar. Cuando deseamos “entender”, no debemos aspirar a un entendimiento directo (lo cual es imposible), sino a adquirir una segunda naturaleza. Recibiremos entonces la Luz que Reforma, que influirá y cambiará nuestra naturaleza. Entonces, en la medida en que nuestra naturaleza cambie, entenderemos lo que El Zóhar nos dice. De pronto todo quedará claro y el libro se nos revelará.

En consecuencia, nos tenemos que relacional a la lectura como a una herramienta milagrosa y entender que nuestra falta de entendimiento es correcta y así es como debe de ser. Tenemos que tener confianza en el poder oculto de este libro, que influye a su lector.

Entre más desee entenderlo a través de los cambios en mi naturaleza, más me afectará este libro. Para entender lo que el sagrado Libro del Zóhar habla, debemos en primer lugar adquirir la misma naturaleza de esos cabalistas que escribieron El Zóhar. Tenemos que alcanzar la misma forma en que ellos expresaron sus pensamientos.

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