Palabras que vienen del corazón

Pregunta: Está escrito que Israel acelera los tiempos. ¿Cómo hacemos esto de la forma más efectiva  y productiva? ¿Con la ayuda de la difusión? ¿De la intención? ¿Del análisis interno?

Respuesta: Trabajando en ti mismo y en difusión externa. El trabajo interno es unidad entre nosotros. Y en la diseminación necesitamos realizar un mensaje cada vez más comprensible, para nosotros mismos y para el resto.

Si una persona no sabe de qué está hablando, es mejor que se quede callada. Ciertamente no beneficiará a los demás. En ese caso, es verdad que nuestras palabras entran por un oído y salen por el otro. El hecho es que estas no están conectadas al corazón. Aún tenemos «conversaciones irrelevantes», no nos hemos sumergido en ellas con nuestros deseos y sensaciones. Simplemente decimos lo que hemos oído o leído.

Si tú te ubicas, si ubicas tu deseo sagrado en las palabras… si estas fluyen de tu deseo con el fin de que se vistan en formulaciones y llegue a los oídos de otro ser, entonces esta cadena se extiende desde tu deseo hasta el deseo del otro. Después de todo, el deseo es el fundamento de la criatura. Sin embargo, si tus palabras son inicialmente más elevadas y si sus raíces no alcanzan lo más importante, entonces por otro lado tampoco alcanzarán la meta y se desvanecerán sin dejar rastro en la persona. Es por esto que nuestra diseminación es tan débil.

Pregunta: Entonces ¿Qué podemos hacer para que nuestras palabras fluyan directamente desde el deseo, desde el corazón?

Respuesta: Ya te respondiste: Estas necesitan venir del corazón, de corazón a corazón.

Si no sientes lo que vas a decir, no digas nada. Y las si sientes, incluso la algarabía funcionará. Esto se debe a que hay una sensación e inspiración en esta algarabía y tu compañero sentirá esta calidez. «Esta persona no sabe cómo expresarse», él pensará, «pero puedo decir que toda su vida está en esto». Las sensaciones reales son valoradas y las palabras vacías dejan indiferentes a las personas sin importar el tono de voz.

(63604 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/19/11, Escritos de Baal HaSulam, «La Libertad»)

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