Reflexión: Nosotros no podemos cambiarnos a nosotros mismos por nuestra cuenta. Todo nuestro esfuerzo no es cambiarnos, sino que se nos cambie.
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Todo lo que está fuera de la persona es llamado «Superior».
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La sensación de otorgamiento en sí misma le brinda a la persona libertad.
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Todo el proceso de la preparación me tiene que traer a la adhesión al Superior en el estado de «Feto».
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La persona no tiene muchas fuerzas, pero si las concentra en un solo punto, le serán suficientes para ingresar en la espiritualidad.
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La fuerza que gobierna la realidad te desarrolla en la medida de tu empeño a relacionarte con y ser parte de ella.
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La sensibilidad, el temor, el miedo a no convertirnos en una «compañía de escarnecedores», exige esfuerzo permanente, atención y examen incesantes. En el aumento de la sensibilidad y de la crítica precisamente en relación a eso, se comienza a detectar la espiritualidad.
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El esclarecimiento es permanecer todo el tiempo en amor espiritual a los amigos, y no en el amor corporal.
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El verdadero temor es si podré llegar al amor al prójimo, al amor al Creador.
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La verdadera plegaria es cuando la persona desea que la luz que reforma la cambie.
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Cada uno en la sociedad y toda la sociedad en total, tienen que estar cada instante en autocrítica – si es que me encuentro como justo entre los justos que desean llegar a la anulación, al amor al prójimo, que dentro nuestro descubramos al Creador.
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La «Percepción de la realidad» es la percepción al Creador, el origen de la vida, pues fuera de Él no hay realidad.
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La persona no se eleva, si antes no descubre qué es la caída.