Si deseas arreglar el mundo, comienza contigo mismo

Si nos dirigimos por la fuerza hacia la naturaleza en un intento de “corregirla” como nos dicta nuestra mente, nada bueno resultará de eso. En realidad, no sabemos qué trae un daño y qué hace una mejora, y qué forma tomará al final. Una cosa es cierta: el mundo depende completamente de la corrección del hombre quien debe corregirse a sí mismo. Si no lo hace, ve al mundo que lo rodea tan corrupto como lo es ahora ¡Pero si en lugar de corregirse a sí mismo comienza a corregirlo, el mundo se pone peor!

¡En el exterior, en la naturaleza inanimada, vegetativa, y animada no hay nada qué corregir! Debe permanecer como está; y lo único que podemos transformar es al hombre, internamente. Por lo tanto, no evalúen lo que es dañino y lo que es benéfico: me están dando una paliza para ser transformado en este viaje, entonces acepto esos problemas como ayuda. Después de todo, sólo el hombre paga deudas. Si no fuera por ti toda la naturaleza estaría en equilibrio. Pero para que evoluciones, se sale del equilibrio, y comienzas a sentirlo dentro de ti.

Toda la naturaleza que te rodea son tus deseos externos que aún no puedes corregir; en Cabalá esos niveles externos son considerados como “cubierta” y “casa” (“Levush” y “Eijal”). Si no deseas trabajar en ellos, estarán dándote molestias. Y si decides corregirlos directamente, en lugar de reformar tus deseos internos, al aniquilar algún tipo de mosquito u otras especies animales, esperando mejorar el mundo de esa manera, esto solo llevará a una doble catástrofe en ambos planos: así como en el mundo materia, también en el mundo espiritual.

A causa de tratar de realizar “correcciones” en el exterior, que no se suponía que fueran tocadas en absoluto, no sólo continuarás sufriendo internamente, sino también externamente. Todo lo que hay en el mundo, no importa cuán dañino, tiene su designio y debe existir, por favor: ¡Arréglate a ti mismo!

Antes de la segunda Guerra mundial, Baal HaSulam estaba gritando que estábamos a punto del desastre, y le pidió a las personas que hicieran correcciones, pero nadie lo escuchó. Y todos los que permanecieron en Polonia acabaron en los campos de concentración Nazis. Pero incluso hoy, aún no escuchamos las advertencias.
[30516 De la cuarta parte de la Lección diaria de Cabalá 22/12/10, “La Paz”]

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