Toda la humanidad es el cuerpo de tu alma

international-kabbalah-congress70x70_previewRecibí una pregunta: Cuando una persona escucha por primera vez «Garantía Mutua» y dependencia universal, este tipo de pronunciamientos lo fastidia y lo rechaza. ¿Cómo explicarles que la unificación es provechosa?

Mi respuesta: Suponga que una persona ha sufrido un accidente y está entre la vida y la muerte. Todo su cuerpo está fracturado y yace inerte en una camilla. (Esto no está tan alejado de la verdad, puesto que el rompimiento de las almas es similar a un accidente).

Si esta persona pudiera sentir que la única forma de revivir es con la ayuda de los amigos, ya no detestaría la idea de la garantía mutua. Comprendería que no tiene un cuerpo propio, sino sólo un punto. Y todo su cuerpo, brazos, piernas, cerebro y todo lo demás, es algo que sólo puede obtener de los demás. Únicamente conseguirá estas partes del cuerpo si los demás  las ceden a su favor.

Esto es la garantía mutua. Se establece cuando además del único punto con el que usted empieza, todo lo demás que recibe llega exclusivamente de su conexión con los otros. Es porque el deseo de recibir no existe en el mundo espiritual; allí, sólo existe el deseo de otorgar. Por consiguiente, el individuo no vive a expensas de sí mismo, sino a expensas de los sacrificios que hace toda la humanidad. Ellos constituyen su cuerpo.

Usted es tan sólo un punto, mientras que la humanidad es el cuerpo de su alma. Todas estas personas tienen que darle los órganos que necesita. Si usted les ama y ellos están conectados unos con otros, entonces la fuerza de la garantía mutua otorgará todo lo que sea necesario para todos nosotros.

Es bueno que la gente ya esté empezando a comprender que no desean estar en mutua garantía con los demás. Sin embargo, una vez que entiendan que no pueden sobrevivir por su cuenta, las personas van a desearla. Y entonces se darán cuenta que no tienen la fuerza para alcanzarla solos. Van a desear la ley de la Garantía Mutua con vehemencia, pero descubrirán que son incapaces de alcanzarla o ponerla en práctica.

Será entonces cuando clamarán con tal fuerza que recibirán este atributo desde arriba. Y a partir de ese momento, se convertirán en los esclavos del Creador en lugar de ser esclavos del Faraón. Lo anterior se efectuará en virtud de sus deseos por tener otro poder, una autoridad distinta que rija sobre ellos. Esta autoridad es la fuerza de otorgamiento, en lugar de su innato egoísmo.

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