Trabaja, y la tierra producirá frutos

Todos recibimos cierta sensación inicial de la importancia de la amarga fruta del otorgamiento, pero no soportamos su terrible y amargo sabor. Sin embargo, si constantemente hablamos el uno al otro de cuán importante es, entonces todos estarán impregnados con su importancia. Por otra parte, la persona sentirá más claramente cuánto le repugna esto y cuánto está en contra de toda su naturaleza. El sentirá que esto es extremadamente valioso, pero que está fuera de su alcance.

Si una persona está en el entorno que le dice que no hay opción porque esta fruta es vital para él, y es toda su vida, entonces está de acuerdo en cambiar su naturaleza. Comienza a descubrir que existe un remedio para esto y demanda la fuerza que lo cambie: la Luz que Reforma.

Entonces gradualmente, descubre un nuevo sabor ¡Comienza a encontrar dulzura en este sabor amargo al añadir incluso más amargura!

El Talmud da un ejemplo de que está prohibido espolvorear un limón o una toronja con sal porque suaviza la amargura natural y la convierte en un gusto dulce. Como está dicho: «La sal endulza la carne».

A la fruta amarga, le añadimos un componente incluso más amargo, la pantalla antiegoísta, ¡y entonces se vuelve dulce! Así, la persona obtiene el remedio llamado la fuerza de otorgamiento.

Y entonces la amargura, la cual sintió antes en sus deseos egoístas, se vuelve dulce debido a la pantalla. Es decir, obtiene una conexión con el otorgamiento porque el otorgamiento se vuelve placer para él. Y el Dador, es decir, el Creador, se vuelve cercano a él a tal grado que la persona siente el deseo de otorgar al Creador.

Él entonces desarrolla este gusto por el otorgamiento, como en nuestra vida desarrollamos un gusto por una comida nueva, y se vuelve un placer para nosotros. Un niño no beberá vino porque es amargo o agrio, prefiere un dulce jugo. Rechazará comer la comida muy agria o condimentada que nosotros comemos. Nuestros gustos habituales también se desarrollan a lo largo de nuestra vida, y podemos desarrollar una nueva actitud hacia las cosas que previamente no tolerábamos.

Lo mismo sucede en nuestro trabajo interno. El otorgamiento es una fruta muy amarga. No hay nada atractivo en ella; justo lo opuesto, todo en ella nos repugna. Sin embargo, si una persona se preocupa por la importancia del otorgamiento, esta importancia se convierte en la línea derecha para él, y la amargura en la línea izquierda. Y entonces construye la línea media, un medio para degustar la dulzura en lo amargo.

Es como en la Megillat Esther (Libro de Esther), que significa la revelación (Megillah) del ocultamiento (Esther). Lo dulce se siente en lo amargo, y «la oscuridad brillará como la Luz». Y entonces todo lo que sentíamos como amargo se vuelve dulce debido a nuestra nueva actitud.

Pero «La Tierra no producirá fruto hasta que el hombre sea creado». El fruto ya existe, y la tierra está lista para producirlos, sólo que la persona debe nacer para sentir que existe un suelo fértil que produce fruta, y es dulce; de otra manera, no sería fruta. Es decir, esos son los frutos que son revelados como resultado del trabajo del hombre, y sin este, no cosecharía los frutos.

Según el grado en el que la persona construya la línea media, una nueva actitud hacia lo que sentía como amargo, revelará que este es un dulce fruto.

(59424 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 10/1/2011, Escritos de Rabash)

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