Todos los pensamientos y deseos, ya sean privados o sociales, nos los envía desde arriba el Creador. Todos ellos se originan de una única fuerza de la Naturaleza (ver el artículo No hay nadie más aparte de Él). En este caso, es necesario estar en perpetuo diálogo interior con el Creador, constantemente examinar lo que usted descubre en su mente y en su corazón, intentando comprender lo que el Creador le dice, cómo Él lo organiza a usted y cuál debería ser la reacción suya.
Primero, se debe comprender que todo es enviado desde arriba con el propósito de desarrollarnos. Por consiguiente, debe ser recibido con gratitud porque fue particularmente elegido para adecuarse a nuestro estado y asegurar el desarrollo óptimo para alcanzar al Creador.
Posteriormente, se debe hacer una petición. Después de todo, si una persona no siente el deseo de avanzar, si siente que tiene otras cosas más importantes que atender y otros problemas que resolver primero, entonces se ocupará de ellas rápidamente para después regresar al Creador. También esto se le envía desde arriba para que la persona pueda discernir, «¿Con qué objeto?»
Al ocuparse en hacer cálculos sobre lo que es más importante, la persona olvida que desde arriba se le está accionando, que se trata del Creador que le muestra cuan fácilmente se desconecta de Él. Después de todo el Creador se revela sólo en virtud de los esfuerzos propios por mantener una conexión con Él. Todo lo que existe dentro y alrededor de mi viene de Él. Él existe dentro de mí, organizando todo lo que transpira en mí y hacia mí.
Él deja sólo un punto independiente de Él: mi reacción. Allí es donde mi «Yo» puede expresarse. Este punto está en mi interior y se despierta, se revela a mi, sólo si yo con fuerza me aferro a la comprensión que el Creador gobierna mis pensamientos, mis deseos y a mi mismo, desde arriba.
Este punto, dentro del cual yo discierno su gobierno desde arriba, dentro del cual yo deseo sentirlo a Él y responderle a Él, es el punto de la verdad, el inicio de nuestro «Yo».
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