Una máquina de 10 cilindros 

La revelación del Creador llega del estado más bajo, del polvo, como está dicho: “Polvo eres y al polvo regresarás”.  Todo el tiempo caemos en estado de polvo, perdemos interés en los deseos y sabores espirituales; y de ese polvo, debemos elevarnos: “Todos ayudan a su amigo”. 

El hombre por sí mismo no puede elevarse del descenso, sólo si los demás le dan ejemplo y le despiertan. Así tendrá un ascenso correcto, no por causa de su ego. Mi amigo me ayuda a levantarme y yo le ayudo a él, es decir, trabajo en un grupo y la fuerza de conexión funciona. Sólo así será una acción espiritual. 

Si el hombre cae al estado de polvo, por sí mismo no tiene fuerza. La única esperanza es la decena. Nunca podré encontrar en mí fuerza para moverme. El ego me engaña: “¡Intenta y tendrás éxito!” Pero sólo funciona en nuestro mundo y no en el mundo espiritual. Sólo puedo elevarme con la fuerza del grupo: “Todos ayudaron a su amigo”. De otra forma no será un ascenso sino una decepción. 

Yo estoy hasta abajo, mis amigos están arriba y así nos elevamos unos a otros, como los escaladores en la montaña, que van atados por una cuerda. 

Me anulo ante la decena, intento sentir menos que los demás y así, me fortalezco; luego, con la fuerza recibida de mis amigos, hago la acción inversa y les ayudo.  

Al anularme ante el grupo, recibo de él fuerza superior que actúa sobre mí y me despierta. Yo estuve más abajo que todos, pero ahora, con la fuerza recibida del grupo, influyo en los demás, es decir, me vuelvo como el Creador para ellos. Primero, la recibí de mis amigos, como Maljut y ahora, les doy a ellos, como Keter. Así trabajo como el pistón de una máquina: Maljut – Keter – Maljut.

Todos debemos ser, tanto el más pequeño como el más grande en la decena. Si todos trabajamos así, tendremos una máquina con diez cilindros — ¡imagina la fuerza! Todos los pistones juntos empujan nuestro volumen total, hasta que se desborda y el Creador se revela dentro. 

En el primer golpe del pistón, me sumerjo en la decena y me enfoco en ella en los deseos de mis amigos, en el segundo golpe, elevo sus deseos al Creador. Este ascenso se conoce como MAN pues pido por todos y recibo fuerza desde arriba; con esta fuerza, desciendo y la entrego a mis amigos, adquiero otra vez un nuevo deseo de ellos y lo elevo como plegaria, MAN

Así subo y bajo todo el tiempo: MAN – MAD y así lo hacen todos en el grupo, todos nuestros diez cilindros. Conecto con su deseo, quiero elevar a mis amigos y llevarlos cerca del Creador; y del Creador recibo el regalo de fuerza, placer y revelación y lo transfiero a mis amigos. Trabajo como un canal de transmisión en ambas direcciones para elevar al grupo hacia el Creador.
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De la 2a parte de la lección diaria de Cabalá 17/nov/20, “El trabajo con fe por encima de la razón”.

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