Una Mitzva (mandamiento) de amor perfecto

thumbs_laitman_572_01El Zohar, El segundo mandamiento, ítem 198: El segundo Mitzva (mandamiento) está inseparablemente conectado con la Mitzva del miedo, es la Mitzva del amor -para que el hombre ame a su Creador con amor perfecto. ¿Qué es el amor perfecto? Es un gran amor, como está escrito, ‘Camina ante el Creador en sinceridad y perfección completas’ (Bereshit 17:1).

Hay amor condicional, que aparece como resultado del bien recibido del Creador (Introducción al estudio de los diez Sefirot, ítems 66-74), como resultado, el hombre se une al Creador con todo su corazón y alma. Sin embargo, a pesar de que se funde con el Creador en perfección completa, este amor se considera imperfecto.

El amor perfecto es el mandamiento más alto e incluyente, del que nos hablan los cabalistas, es el principal requisito que debemos cumplir, con respecto a la creación. Por esta razón se llama una Mitzva.

En el amor condicional, mientras más recibo, más amo al dador. Resulta que en realidad no lo amo, sino que amo la fuente de la que procede el placer. Si la fuente de placer se detiene, pierdo la conexión con la persona o con la fuerza. A esto se le llama amor condicional, pues depende de mi placer.

Dependo de ese amor porque no puedo diferenciarme de mi placer, de la parte de mí que disfruta. Aún no me divido en dos partes: en el burro que disfruta y el ser humano que compara, ve, se da cuenta y siente. El burro y el ser humano aún están conectados. Por lo tanto, si me siento bien, amo la fuente de placer y si me siento mal, no la amo.

Así amamos en este mundo, desde los niños pequeños que a veces dicen que su mama es mala si no hace lo que les gusta. Esta es la respuesta natural y directa del ego y es natural para todos en relación con todo en la vida. Este amor se llama amor condicional, por lo tanto, es imperfecto. Va de acuerdo al nivel de nuestro desarrollo y no hay nada que podamos hacer al respecto.

Por supuesto, mientras más evolucionamos, exigimos un amor más sublime, no sólo una comida deliciosa, algún servicio o algunos pequeños placeres, sino sentimientos más sublimes y especiales. Sin embargo, este amor aún depende de recibir placer. Es con tal amor y de tal amor que nacemos, ya que somos el deseo de recibir; todos somos como bestias, aquí es donde empezamos. Por esta razón amamos lo que disfrutamos, es decir, la fuente del placer que sentimos.

Comenzar a desprendernos de la fuente de placer y conectarnos a la propia esencia interior, requiere mucho trabajo, mucho esfuerzo y un don de lo alto. Debemos dejar de depender de recibir placer en nuestro burro y preferir la fuente real de placer, Sus cualidades, que no traen beneficio directo para mí, sino que las valoro por sí mismas, por su origen. Será un amor no supeditado a lo que obtengo, sino que depende sólo de lo que identifico en mi impresión de las cualidades sublimes de la fuente, en Su exaltación especial, comparada con todo lo que puedo imaginar.
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De la preparación de la lección diaria de Cabalá 10/feb/14

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