Ynet: “Perdón, pero ¿de qué somos culpables?”

De mi columna en Ynet: “Perdón, pero ¿de qué somos culpables?”

Elul es el último mes del calendario hebreo y se considera un mes de reflexión acerca del año que pasó y de preparación para el año nuevo. De qué y por qué debemos pedir perdón y, ¿cómo debemos actuar cuando la razón es descubierta? Rav Michael Laitman nos enseña cómo perdonar realmente.

Dr. Michael Laitman

Hace 14 mil millones de años, ocurrió el Big Bang y el universo fue creado. Una enorme cantidad de energía que estaba concentrada en un diminuto punto explotó en todas direcciones y el universo comenzó a expandirse a una velocidad tremenda. Todas las partículas creadas se reunieron formando átomos y los átomos formaron estrellas y galaxias. Miles de millones de años después, el planeta inanimado Tierra fue formado, plantas y animales se desarrollaron hasta que nació la humanidad.

El hombre vivió pacífica y calmadamente, en equilibrio con toda la humanidad y las fuerzas de la naturaleza, hasta que de pronto, ocurrió otra explosión. “El Big Bang de la humanidad” que fragmentó la unidad pastoral, en una sociedad humana y comenzó a distanciar a la gente, a la manera en que las estrellas en el universo, se aleján entre sí.

La fuerza negativa, egoísta e inconsciente de separación que operó para distanciarnos, fue identificada por primera vez por un ser humano llamado Adam. Él entendió que debía sanar la escisión entre sus contemporáneos. Él fue el primero en traer un cambio sustancial al sistema de relaciones rotas entre la gente, por eso  tenemos la costumbre de celebrar este descubrimiento en Rosh HaShaná.

Hace 14 mil millones de años, fue el Big Bang y el universo fue creado

Desde entonces, han pasado 5,777 años. Los contamos de acuerdo al calendario hebreo y cada año acostumbramos reexaminar la esencia de nuestra vida y nuestra misión en el mundo. Una de las preguntas que puede ayudarnos a definir nuestra situación es: este año ¿nos hemos acercado entre nosotros, por encima de nuestra tendencia natural que nos separa o no lo hemos hecho? Este exámen de conciencia es llamado Slijot (pedir perdón) y para internalizar su significado, debemos hacer un corto viaje por el tiempo.

Introduciendo la cualidad de elegidos de Israel

Veinte generaciones pasaron desde que ese ser humano expuso sus observaciones y fue llamado Adam HaRishón (primer Hombre) y hasta entonces la mayoría de la humanidad se estableció en el centro del mundo antiguo, la antigua Babilonia.

En este periodo, dos fuerzas opuestas trabajaban en la humanidad: la fuerza de conexión, la fuerza positiva que lucha por desarrollar la sociedad manteniendo conexiones de responsabilidad mutua y opuesta a ella, la fuerza de separación, la fuerza negativa controlada por la naturaleza egoísta. La fuerza negativa fue lo que distanció y separó a los habitantes de Babilonia, a un nivel que antes no conocían, hasta que, finalmente, dejaron de comunicarse y se volvieron enemigos. Esas fuerzas opuestas de la naturaleza que chocan entre sí, causaron una crisis difícil, pero justo como una planta brota de la semilla, en el suelo que se abre, así de la crisis entre la gente, nació una nueva humanidad.

La escisión social continuó desarrollándose y la humanidad se dispersó sobre la faz de la Tierra. Sólo un pequeño grupo decidió desafiar las fuerzas de la naturaleza y, de hecho, oponerse al proceso de separación. Ardiendo dentro de ellos estaba un impulso interno que los obligaba a conectarse entre sí.

Este grupo elegido, se llamó a sí mismo “Israel”, por el deseo de ir Yashar-El (directo a Dios), como la característica de la plena y eterna fuerza de la naturaleza. En otras partes, fueron llamados “hebreos” (Ivrim) porque ya se habían ido (Avar) y actuaban de acuerdo a las leyes de la naturaleza o “judíos” (Yehudim) porque estaban tratando de unirse (Yijud) y armonizar con la naturaleza.  

A la cabeza del grupo estaba Abraham, un investigador implacable que buscaba el significado de la vida. Él fue el primero en identificar la razón de la crisis: el egoísmo en desarrollo que separa y pone distancia entre la gente. Abraham urgió a sus estudiantes a ser fuertes, a elevarse y reforzar el espíritu de unidad con todas sus fuerzas, por encima del terrible cisma. Sus esfuerzos por conectarse despertaron una fuerza positiva inherente a la naturaleza. Esta fuerza equilibró la tendencia negativa y los conectó en un fuerte vínculo llamado “un hombre en un corazón”. De ese esfuerzo, Abraham desarrolló un método de conexión que enseñó a todos los que lo siguieron. Este método hizo posible que los miembros del grupo comenzaran a desarrollar un sistema de relaciones entre ellos, basado en dar, en amar, en responsabilidad mutua que ellos llamaron Beit HaMikdash (Templo).

El punto de quiebre en la historia de la humanidad

Una vez que los hijos de Israel llegaron al máximo nivel de conexión entre ellos, la situación se deterioró y la conexiones se debilitaron. Ellos entendieron que para reforzar su conexión, necesitaban conectarse con sus hermanos babilonios que se habían dispersado y se habían convirtieron en las setenta naciones del mundo. El amor fraterno fue reemplazado por el odio infundado, provocando no sólo la destrucción del sistema de relaciones, el “Templo”, también la destrucción del Templo físico y, continuó con la caída del reino unido de Israel. La fuerza del ego continuó dividiendo a los babilonios y sembró el odio en todas las direcciones.

Un buen y dulce año

Por 2,000 años, los judíos se asimilaron a las naciones del mundo. Por una parte, la chispa que Abraham sembró en el pueblo de Israel comenzó a florecer en el corazón de la humanidad, por la otra, los judíos absorbieron nuevos deseos y opiniones egoístas. La conclusión de la fusión global marca el punto de partida de un proceso real que nos lleva a un punto de quiebre en la historia de la humanidad.

Slijá, el error entre realidad y deseo

En el mundo global y conectado de nuestros días, el pueblo de Israel y las setenta naciones del mundo están inmersos y juntos en un problema común, un poco como Adam HaRishón hace 5,777 años o Abraham hace 3,500. La dramática crisis que tenemos hoy, es el resultado del mismo desequilibrio entre las fuerzas opuestas de la naturaleza. El ego crea conflicto y división y causa que nos distanciemos unos de otros. En contraste, el poder de conexión desarrolla a la gente, corrige las partes rotas y las convierte en un sistema completo y armonioso.

En las primeras generaciones, no entendíamos cómo operaban las fuerzas de la naturaleza porque no teníamos las herramientas en nuestras manos para hacerlo, pero una vez que ese punto de conexión fue creado por primera vez en Babilonia, se nos requirió reforzarlo y desarrollarlo, cuando nos enfrentamos a los estados de separación. Abraham nos dejó un método y una misión: dar al mundo el poder de conexión, hasta que llegue a un estado de armonía y equilibrio.

Para no cometer un error en el camino hacia el destino que la naturaleza nos dio, necesitamos hacer diariamente una limpieza de casa y examinar a profundidad cuánto hemos avanzado hacia nuestra conexión y si aún estamos en el camino hacia la misma red de conexión completa que Adam HaRishón descubrió.

Esta aclaración esencial es llamada Slijot, el descubrimiento de la brecha entre las fuerzas de la naturaleza que apuntan hacia la unidad y nuestra falta de disposición para unirnos. Se acostumbra, simbólicamente, antes de Rosh HaShaná, aclarar juntos hasta que grado estamos actuando de acuerdo a las leyes de la naturaleza y del del sistema. Con respecto a esto, confesamos que, “Somos culpables, hemos traicionado, hemos robado…” y nos arrepentimos por la oportunidad que estuvo en nuestras manos, de lograr nuestra conexión y no lo hicimos. Ahora es el momento correcto para buscar un nuevo camino a la conexión.

Espero, deseo y ruego por un año de cambio, un año de construir un sistema de relaciones correctas entre nosotros.

¡Felíz año nuevo a todo el pueblo de Israel!
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De Ynet: “Perdón, pero ¿de qué somos culpables?” 2/jun/16

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