Aprendiendo el arte del Creador

Pregunta: ¿Por qué la primera fase después de la fase raíz es la naturaleza inanimada? ¿Por qué no comienza todo a partir de otra fase?

Respuesta: Porque esta es la fase más baja que incluye todo en ella. No hay diferencias internas en esta y entonces no puede diferenciar nada en el exterior. Estamos hablando de la Luz superior sólo con respecto a las vasijas del ser creado. Por lo tanto, la naturaleza inanimada es la primera fase en la cual el deseo del ser creado recibe sólo la fuerza de restricción que no le permite descubrir más de lo que descubre ahora.

La fuerza de restricción opera en las vasijas y en las Luces que pueden ser reveladas en ellas. Opera en todo. La pregunta es: ¿Qué influye esta fuerza? ¿Influye el centro del ser creado o sus límites? En otras palabras, Sobre qué opero mediante la restricción- ¿Sobre mi deseo de recibir o sobre la Luz?

Por supuesto, influyo en mi deseo. Nunca puedo operar la Luz.

Restrinjo el deseo de recibir y lo mantengo. Gracias a eso este no “salta” sobre nada. Así me limito con el fin de recibir la Luz sólo de esta manera. Es porque sé que no tengo el poder para más que eso, y entonces constantemente “mantengo los límites”, mantengo a mi ego en estado neutral.

Esta es la fase inanimada: El ego está constantemente desarrollándose, y lo mantengo constantemente en el mismo nivel del inanimado. En realidad, es un trabajo grande y positivo que tiene lugar en diferentes formas. Pero por su naturaleza, pertenece al nivel inanimado: por mi cuenta pongo a mi deseo en el régimen del inanimado, donde mi deseo permanece igual.

Dentro de este deseo trabajo en relación al Creador ¿Qué puedo hacer? Me anulo dentro de Él. Así, puedo estar en el Creador y adherirme a Él, puedo estar incorporado en Él, lo cual es el atributo del nivel inanimado. No me permito nada excepto la auto anulación. Imaginen que están dentro de una gran fuerza y no tienen otra opción y esta es la única manera en que pueden permanecer.

Por otra parte, esto me prepara para el próximo nivel del vegetativo. Esto es porque existen cambios constantes teniendo lugar dentro de mí, los cuales crecen de acuerdo a sus cinco fases del nivel inanimado. Podríamos pensar, ¿y si en lugar de un pequeño guijarro me vuelvo una gran gema? Pero esto aún no lo es todo: Los cambios por los que he pasado me han enseñado lo que significa crecer. El ascenso en las fases del nivel inanimado ha dado a luz a una mente dentro de mí, ya que tuve la oportunidad de comparar cosas y acostumbrarme al hecho real de la inestabilidad.

He restringido el creciente placer una y otra vez, pero al mismo tiempo seguí los cambios, hasta que entendí que realmente puedo cambiar, y entonces me moví hacia el nivel vegetativo.

Por lo tanto, hablamos acerca de un desarrollo cualitativo y no acerca de un desarrollo cuantitativo: Al final de la fase inanimada, en su última cuarta fase, ya entiendo por la experiencia que tenía que puedo cambiarme a mí mismo, de forma consciente y resuelta. Entonces nace la oportunidad de moverme de la última fase del inanimado a la fase del vegetativo. Es aquí que su punto inicial es creado mediante los cambios en el deseo.

Cada uno de esos cambios viene del Creador en la forma de la fuerza de recepción. Nunca hubiera podido encontrar las condiciones previas para crecer dentro de mí. Por lo tanto el Creador no sólo me desarrolla; Él inserta su fuerza de creación dentro de mí para que me asemeje a Él. Como resultado de este desarrollo, nosotros y el Creador nos volvemos socios en la creación. Su meta no es incrementar el deseo de recibir, al hacerlo pasar por muchos cambios, sino más bien enseñarme Su arte. Lo que es más Él me enseña en una manera cualitativa.

Así, gracias a todo lo que pasamos, alcanzamos Sus acciones, de acuerdo a la regla: “Por Tus acciones Te conoceremos”.
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De la cuarta parte de la Lección diaria de Cabalá 17 de julio del 2012, “Introducción a El Libro del Zóhar”

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