Nuestro mundo es algo que imaginamos y creamos dentro de nosotros con imágenes materiales y sensaciones internas (pensamientos y deseos). Las imágenes físicas influyen tanto a un bebé como a una persona subdesarrollada. Sin embargo, a un adulto lo puede impulsar un acontecimiento que está separado de él en el tiempo y el espacio.
Esto nos permite entender por qué la mayoría de las personas que dañan la naturaleza no sienten que al hacerlo se están infligiendo un daño a sí mismas. El motivo es que la percepción humana del mundo es extremadamente estrecha y limitada.
Sin embargo, cuando estas personas se unen con otras, siendo éstas más sensibles y desarrolladas, pueden adoptar su percepción del mundo y prevenir el daño que se causan a sí mismas. Lo que es más, el ambiente correcto tiene el poder de lograr que nos tratemos con bondad, aunque nuestra naturaleza y nuestra percepción del mundo sean opuestas a esta actitud.
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