Michael Laitman, en Quora: “¿Cómo apareció el COVID.19?”
Hay una razón para la aparición del COVID-19 y es más profunda que las teorías que se ofrecen actualmente. Ya sea que surgió de murciélagos, pangolines o si fue producido en un laboratorio, esencialmente cualquiera de las razones establecidas para la manifestación del virus, seguiría siendo meramente efecto de un profundo factor causal: el desequilibrio humano con la naturaleza.
Las funciones de la naturaleza, como sistema interconectado e interdependiente, que constantemente maneja sus partes para alcanzar el mismo nivel de interconexión e interdependencia. Opera como un sistema completo, integrado y considera todos y cada uno de sus detalles con suma precisión y cuidado.
Los niveles inanimado, vegetal y animal de la naturaleza se sostienen de forma instintiva e involuntaria en equilibrio con la naturaleza.
El nivel humano de la naturaleza es básicamente opuesto a la naturaleza, ya que es egoísta, opera para su propio beneficio, a expensas de las demás personas y las demás partes de la naturaleza.
Además, mientras más nos desarrollamos los humanos, más crecen estas cualidades egoístas y en los últimos tiempos, alcanzaron excesos sin precedentes. Desarrollamos en la sociedad, una apresurada carrera de ratas, consumista, individualista y materialista, en la que cada uno intentó construir su éxito sobre la ruina de los demás.
Antes del coronavirus, nuestro pretencioso ego llevaba a la humanidad a estados que pudieron haber sido mucho peores que la pandemia, si hubieran seguido como estaban. La creciente tensión en las relaciones internacionales, por ejemplo, pudo haber llevado a una guerra mundial.
Por lo tanto, en términos de la forma en que el COVID-19 apareció, sería de sabios verlo desde su profunda razón: nuestro desequilibrio con la naturaleza.
Además, en las condiciones del distanciamiento social en que nos encontramos, podríamos hacerlo sabiamente si comenzamos aprendiendo más sobre la totalidad de la naturaleza y cómo podemos usar este particular período en el que estamos, para actualizar la conciencia humana: volvernos más considerados en nuestras relaciones y conexiones y de esta forma, estar más cercanos a la naturaleza.
Hacerlo así podría llegar a implicaciones mayores, en términos de nuestra felicidad y bienestar general, pues no despertaremos toda clase de golpes que nos afectarían a escala personal, social, ecológica y global; por el contrario, nos alineamos con la fuerza unificadora de la naturaleza en las nuevas relaciones positivas que construyamos entre nosotros.