El trabajo principal de una persona es solo ser recompensado con sentir al Creador, es decir, sentir que Él existe y llena toda la realidad. No hay nadie más aparte de Él; solo existe el Creador, y nosotros estamos dentro de Él. El propósito de nuestros estudios y de toda nuestra vida es llegar a sentir que existimos dentro del Creador y que no necesitamos nada más.
Al final, todos llegarán a esto; la diferencia está solamente en el número de ciclos de vida que serán necesarios para ello. Todos alcanzarán el propósito de la creación y el propósito de su vida, es decir, descubrirán que solo hay una fuerza Superior y que vivimos para revelarla.
La fe en el Creador significa sentirlo, creer es sentir; no es como en nuestro mundo donde puedo creer en lo que no veo y no siento de ninguna manera. En la realidad espiritual, creer equivale a sentir, revelar y ver.
No necesitamos nada aparte de esto, y únicamente hacia este propósito nos dirigimos a lo largo de nuestra vida. Nos parece que a cada paso algo nos confunde y nos distrae de ello, pero esto se hace de forma intencional para darnos la dirección correcta para revelar al Creador de toda esta creación destrozada.
Es por eso por lo que damos vueltas y vagamos y nos encontramos con destrozo tras destrozo, hasta que alcanzamos un estado en el que el Creador finalmente se revelará. El Creador confunde a la persona y también la saca de la confusión y la conduce a través de todos estos estados, como si estuviera en tierra firme entre las olas embravecidas del mar dividido.
Así es como crecemos hasta que empezamos a entender y sentir este sistema dentro del cual el Creador está oculto. Entonces veremos que es precisamente debido a todos los estados por los que hemos pasado que eventualmente logramos revelar al Creador y adherirnos a Él.
Así el Creador nos enseña, de la misma manera que compramos juguetes para nuestros hijos cada uno de acuerdo con su edad para que el niño pueda jugar y desarrollarse, mejorar, fortalecer su salud, y ganar experiencia que le ayude en la vida; de esta forma el Creador nos desarrolla.
Por eso pasamos por tantos círculos de la vida. A pesar de que no comprendemos realmente lo que nos sucede en ellos, todas las vidas humanas son una secuencia de acciones del Creador que nos guía a través de todos estos estados para que comprendamos, sintamos, aprendamos y estemos preparados para percibir la vida correctamente, es decir, para revelar al Creador en su totalidad.
Si una persona quiere avanzar hacia el Creador, necesita un grupo de amigos, diez personas que aspiren a la misma meta. Debe adherirse a la decena y todo el tiempo revisar en sí mismo cómo puede integrarse con la decena aún más, y ayudar a sus amigos para que todos se adhieran entre sí.
Una persona debe esforzarse en no olvidar que todas las perturbaciones nos son dadas solo con el fin de atarnos más al proceso por el que tenemos que pasar, es decir, revelar al Creador desde cada estado confuso.
