Pregunta:
¿Cómo distinguir si se está en la razón corpórea o en la espiritual?
Respuesta:
Depende de si estoy incluido en un grado superior, si me anulo ante él. O tal vez ya no me anulo sino que he subido a este grado, estoy en él, lo que significa que empiezo a absorber su razón en mí y reemplazo mi razón pasada por una nueva.
Pregunta
¿Puede haber conflicto de razones?
Respuesta:
¡Por supuesto! Es un conflicto constante porque el siguiente grado te parece opuesto al actual, y su lógica parece absolutamente ilógica porque tienes que anularte a ti mismo, conectar con los demás, ser un dador, salir de ti mismo, y hacer algunas cosas aparentemente ilógicas.
Naturalmente, tu razón está en contra. Lo que se considera positivo en el grado superior, hoy es negativo en tu razón; es estúpido. ¿Por qué demonios darías a los demás? ¿Por qué diablos amarías a tus enemigos? ¿Por qué pensarías solo en los demás? ¿Y dónde estás tú? Todas estas son acciones, pensamientos y decisiones ilógicas.
Todo esto está dirigido a que adquieras una actitud diferente ante la realidad y te vuelvas ilimitado, infinito. Y cuando recibes para ti mismo, estás constantemente limitado en tu egoísmo. Estás lleno de algo y eso es todo, no más, así que tienes que correr en busca de algún otro placer. Lo has probado un poco, y otra vez, como un ratoncito: aquí un poco, allí un poco; ésa es tu vida
Nunca quedas satisfecho y te quedas exhausto, seco. Te aburres, te vuelves desesperanzado, aburrido y depresivo porque sientes que todo esto es inútil, y finalmente mueres.
Y otra percepción de la realidad se basa en el otorgamiento, es decir, en salir de ti mismo, cuando recibes constantemente nuevos deseos que existen en otras personas. Atraes estos deseos hacia ti, empiezas a considerarlos tuyos y los llenas.
Si este deseo estuviera dentro de ti, sentirías un placer muy pequeño. Mira cómo una madre alimenta a su bebé. Si se comiera los 100 gramos de papilla que le da al bebé, ¿Qué sentiría? Y cuando el bebé come esos 100 gramos de papilla y se queda satisfecho, ¡qué feliz se siente! ¡Cuántas veces es mayor su placer que el placer de este «trozo de carne» que ahora está lleno!
Esta es una pequeñísima semejanza del placer, multiplicado muchas veces, que recibimos al llenar a los demás si antes logramos amarlos.
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