Contra la corriente

Baal HaSulam, «Arvut» (Garantía mutua), (versión abreviada): «La impresión que llega a la persona al participar en las Mitzvot entre el hombre y Dios es enteramente la misma que la impresión que recibe al participar en las Mitzvot entre el hombre y el hombre. Ella está obligada a realizar todas las Mitzvot Lishma (por su nombre), sin ninguna esperanza de amor propio. Aquí, en este punto sublime, el amor del Creador y el amor de su amigo se unen y en realidad se vuelven uno. Así, afecta en cierto grado el avance en la escalera de amor a los demás en toda la gente del mundo en general. Y aquel que no puede vencer ni conquistar su sucio amor propio, se sentencia a sí mismo y a todo el mundo a la escala del pecado».

No sabemos qué es otorgamiento. Solo sabemos que es lo opuesto a nosotros, opuesto a nuestra naturaleza, a nuestro deseo, a nuestras tendencias, y a todos nuestros atributos. Entonces, ¿cómo podemos ir en contra de nuestra naturaleza? ¿Cómo podemos resistir a la fuerza principal que está impresa en nosotros?

Los peces nadan río arriba hasta el lugar donde ponen sus huevos. Es difícil nadar contra la corriente, pero la naturaleza los obliga, y este es un indicio para nosotros: Si la persona quiere ser algo que valga la pena, tiene que ir contra la corriente.

Es duro trabajas para superar la propia naturaleza. ¿De dónde sacamos la energía para hacerlo? ¿Cómo puedo yo exigirles a ellos que lo hagan? ¿Quiero solo descansar y no preguntar dónde puedo conseguir el poder para hacer eso? Incluso si mi poder crece en concordancia con el egoísmo, es sólo para obtener un doble beneficio de él. ¿Qué pasa con el daño? Es lo contrario, estoy hasta las orejas de los deseos egoístas. Si yo mismo me causo daño, este puede romperme, pero a veces puede hacer que me vaya, incluso a través de situaciones desagradables.

Pero aquí estamos hablando de otorgamiento práctico. ¿Cómo puede realmente avanzar hacia él, si la naturaleza me ha negado la posibilidad de hacerlo? «Mi automóvil» no funciona sin combustible, es decir, sin cálculos egoístas de ganancia.

De hecho, los cabalistas nos dicen que no podemos alcanzar el otorgamiento por nosotros mismos, y que no podemos pedir el poder del otorgamiento, sino que podemos pedir el otorgamiento egoísta, para que quede algo de él en nosotros. Tal intención de alcanzar el máximo desprendimiento de nosotros mismos se llama «Lo Lishma» (no por su bien).

¿Cómo puede uno alcanzar eso? Para hacerlo tengo que estar en un grupo. No hay otra manera. El grupo está por fuera de mí y quiero actuar en su favor. ¿Para qué? Me han dicho que de esta manera ganaré el mundo superior. «¡Wow! ¿Todo un mundo eterno? ¡Vale la pena!»

Y así hago grandes esfuerzos para otorgar con la esperanza de una recompensa a cambio. Todo el mundo quiere ganar algo, es natural y legítimo. Yo no actúo solo, sino con los amigos que quieren también ganar el mundo superior. E incluso si nosotros, como «egoístas sanos», estamos dispuestos a darles a otros algo para obtener algo a cambio de lo Alto, aun así yo estudio junto con los amigos, inclino mi cabeza ante ellos, y escucho de ellos cuán importante es el otorgamiento.

Al principio traslado todo en beneficio propio: «Por supuesto que otorgar es importante. Después de todo, gracias a esto obtendré el mundo superior». Esto significa que en lugar de otorgar, escucho las palabras «recibir». Pero aun así he escuchado, y gradualmente esta idea toma forma dentro de mí y se convierte en algo que yo en realidad no pedí. Así, poco a poco paso de «Lo Lishma» a la intención altruista de «Lishma», (por Su bien).

«¿Es eso posible? Realmente yo no lo pedí…. «Es cierto, pero ahora veo el beneficio que esto trae. Los valores dentro de mí empiezan a cambiar, y de repente el atributo de otorgamiento se vuelve un tesoro para mí. «Es mejor que me deshaga de los atributos de recepción. Estos no me traen sino problemas. Es mejor otorgar». Mientras tanto se trata de «Lo Lishma», pero yo continúo, quiero deshacerme de los problemas y dificultades, estoy buscando el verdadero significado de la vida, y la Luz que se oculta en el método de la Cabalá me reforma un poco.

Todas mis acciones y mis intenciones son egoístas, dentro de mí pienso de forma liviana con respecto al mundo y los ridiculizo a todos. Sólo tengo que agarrarme de los pies del Creador… y, aun así por medio de todo esto alcanzo la Luz que reforma.

No hace ninguna diferencia que atributos me fuero dados desde el principio, porque es el Creador quien los ha creado. No importa qué pensamientos y deseos se despierten en mí, después de todo, todos ellas proceden de Él. Lo importante es hacer tantos esfuerzos como me sea posible para conectarme y estudiar. Entonces yo atraigo la Luz y esta me cambia, ella en realidad realiza una operación en mi corazón, en mi alma.

Y así el otorgamiento se convierte en algo valioso para mí. Cada vez pienso menos en la recibir. Encuentro el otorgamiento, en su forma atractiva pura. Una nueva percepción madura dentro de  mí: No hay nada mejor que vivir en el otorgamiento y olvidarme de mí mismo.

Al principio yo espero deshacerse de todos los problemas con la ayuda del mundo superior, pero pronto esta recompensa personal también desaparecerá. Nosotros simplemente debemos dejar que la Luz haga su trabajo, y entonces yo no seré capaz de creer que yo fui tan egoísta. La Luz realiza esta larga operación y gradualmente implanta en mí el atributo de otorgamiento.

(61342 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 11/21/11, «Arvut»)

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