COVID-19 y la inútil carrera por una vacuna

Mi nuevo articulo: «COVID-19 y la inútil carrera por una vacuna«

En todo el mundo, las empresas están compitiendo para encontrar una vacuna contra la COVID-19. Esperan poder abolir la pandemia, restaurar la forma de vida capitalista y súper consumista que teníamos antes de que el virus se apoderara del mundo y obtener miles de millones de dólares en ganancias en el proceso. Es una búsqueda desesperada. Probablemente no habrá vacuna ni cura para el virus. Incluso si se encuentra, poco después otra plaga más fuerte devastará a la humanidad.

Si queremos curar el coronavirus, tenemos que hacerlo por donde empieza. La aparición del virus es en sí un síntoma; no es la enfermedad. La enfermedad son nuestras malas relaciones. Nuestras relaciones son enfermizas y esa enfermedad se manifiesta de diversas formas como; tasas de divorcio, tasas de depresión, abuso de sustancias, obesidad, violencia y recientemente, una pandemia.

No podemos tratar el virus como una crisis independiente, porque en realidad, todo está ligado y conectado con todo lo demás. Ya lo sabemos con respecto a la naturaleza e incluso respecto a nuestro propio cuerpo, pero convenientemente excluimos a nuestra psique de la regla. No deberíamos; está destruyendo nuestra vida, nuestros medios de subsistencia y ahora, toda nuestra civilización.

De hecho, no tiene sentido pensar que nuestro mal estado espiritual, es decir, nuestra mala voluntad hacia los demás, no tiene relación con nuestro cuerpo. Si podemos tratar la depresión con antidepresivos o tomar pastillas que nos hagan sentir amigables, ¿por qué pensamos que una mala disposición no tendrá un impacto negativo en la salud?

Además, dado que nuestro cuerpo, mente y espíritu son un sistema y ​​puesto que somos parte de la naturaleza, nuestro mal espiritual afecta negativamente a la naturaleza, porque, lo sabemos, todo es un sistema. Y cuando la humanidad sufre de malestar espiritual, el impacto en el resto del mundo es masivo.

Por donde lo veas, la naturaleza es un sistema equilibrado y armonioso, a nivel mineral, vegetal y animal. Los animales y las plantas se alimentan entre sí y así, preservan la salud y el equilibrio del ecosistema. También dentro de nuestro cuerpo, la homeostasis se mantiene a medida que el cuerpo genera continuamente células nuevas y vigorosas y mata las viejas y débiles. Esto nos mantiene sanos y fuertes.

La única parte donde la naturaleza no funciona en piloto automático, es en nuestra psique. Nuestro espíritu es libre de elegir si quieren unirse en un sistema único o ir solo. Hasta ahora, hemos optado por ir en solitario, pero vemos el costo. Estamos ante la vida reclamando un derecho que no tenemos y nos sentimos vacíos cuando no obtenemos lo que se suponía que, en primer lugar, no debíamos obtener.

Si queremos estar sanos, fuertes y felices, primero debemos aprender cómo funciona la naturaleza. Necesitamos reconocer que todo el sistema es integral e interconectado, que todas las partes se apoyan mutuamente en una red interdependiente de piezas que promueven el bienestar común. La aparente competencia en la naturaleza, es sólo una mala interpretación de nuestra mentalidad egocéntrica. Las especies se apoyan y fortalecen unas a otras, pues todas son interdependientes.

Una vez que lo sepamos, entenderemos que podemos ser similares a la naturaleza y, realmente felices. Nos daremos cuenta de que, gente con opiniones diferentes, no es el enemigo, pues sin ella no podríamos definirnos a nosotros mismos, nuestra opinión, nuestros pensamientos. Los conflictos y contradicciones en la vida y nuestros desacuerdos, son exactamente lo que nos hace pensar, crecer, articularnos y convertirnos en seres humanos más completos.

Al final, el ecosistema humano debería parecerse al resto de la naturaleza, crear una red de opiniones, colores, razas, religiones, naciones, personalidades y culturas, diferentes y opuestos, que formen un todo hermoso, tan diverso como la naturaleza misma. Todos amamos y apreciamos la diversidad de la naturaleza, ¿por qué no amar y apreciar la nuestra? Así como amamos a la naturaleza porque las piezas que la componen forman un todo hermoso, debemos aprender a amar a la humanidad, porque sus diferentes partes, también forman un todo hermoso, del cual todos somos parte igualmente importante.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *